el charco hondo

Streakers

Aunque asociado al nudismo, el streaking es otra cosa, y consiste básicamente en correr desnudo por la calle, recintos deportivos, escenarios o cualquier otro espacio donde se pueda llamar la atención galopando con los artilugios al aire. Los streakers disfrutan sintiéndose observados por miles o millones de miradas, pero a diferencia de los parlamentarios españoles lo suyo es ocasional, y gratis. Unos y otros buscan su instante de gloria, su minuto de oro en los informativos, poniendo el qué (protagonizar la anatomía del instante) al servicio del cómo, del eco, de la repercusión o multiplicación de lo que han hecho o, en el caso de los parlamentarios, del insulto, el mal gesto o el veneno empleado para rascar diez segundos de televisión y radio, o un destacado en los periódicos. Quienes corren sobre el césped interrumpiendo un partido de fútbol o cruzan un escenario en el transcurso de una actuación musical lo tienen más difícil de años a esta parte, su exhibición no llega a salir en la tele porque se decidió que las cámaras los ignoren. Los realizadores los sacan de plano sobre la marcha, expulsándolos así de las pantallas, silenciándolos. Por qué no aplicar la misma receta a los parlamentarios que suben a la tribuna a vomitar el exabrupto que les abra las puerta de los informativos, o a quienes provocan o ladran desde su escaño. Por qué no hacer lo que se hace con los streakers, de tal forma que cuando un diputado suelte la barbaridad que se trajo anotada de casa, para hacerse un hueco en las crónicas informativas, los cámaras lo ignoren, los realizadores lo saquen de plano o, ya puestos, los medios de comunicación lo obviemos para centrarnos en las cuestiones de fondo, en lo sustancial, en lo que se diga o haga atendiendo al mínimo exigible entre personas de educación general básica. Este país no está necesitando una moción de censura sino de cordura, de altura, madurez y sentido de Estado. El espectáculo al que estamos asistiendo, sembrado por quienes atrincherados en los extremos se han marcado por objetivo que en la calle la gente se avergüence de los políticos, tendrá a partir de hoy un episodio más, uno más, otro capítulo de lo que se vive a diario. Cómo extrañarnos de que en otros países nos miren como lo harían si se cruzaran con marcianos. Somos extraterrestres capaces de distraerse con mociones de censura pensadas de espaldas al naufragio que estamos sufriendo. Al menos podrían hacerles lo que a los streakers, penalizar informativamente -y no premiar, como suele pasar- a quienes insultan o vomitan con menos decoro.

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