Un fugitivo, que huía de unos malhechores, pasó por un convento. Cuando llegaron sus perseguidores, preguntaron a un monje -¿acaso San Francisco de Asís?- si había pasado por allí un hombre huyendo. El monje, que no quería mentir ni tampoco dar pistas a los bandidos, introdujo sus manos en las amplias mangas de su hábito y respondió. Por aquí no ha pasado ningún hombre, dijo. Al referirse con esta respuesta a las mangas de su hábito (con el gesto de introducir las manos en ellas) el monje no mintió porque, efectivamente, el fugitivo no había pasado por sus mangas. La artimaña supone, como bien sabe el ministro del Interior, un ejercicio de restricción mental, un recurso para ocultar información sin mentir, una fórmula para encontrar la salida a una situación donde no se pretende revelar la verdad pero tampoco guardar silencio o eludir.
Cuando no sea posible callar o resultase contraproducente, Santo Tomás de Aquino y Fernando Grande-Marlaska consideran que cabe ocultar prudentemente la verdad con cierto disimulo.
Será que el ministro, formado en Deusto, ejercita consciente o inconscientemente la restricción mental, consistente en un acto del entendimiento que da a las palabras un sentido distinto del obvio y natural, y es ahí, en la restricción mental, donde debemos situar que Marlaska afirme que los inmigrantes hacinados en el muelle de Aguineguín a las 72 horas están pasando al régimen de acogida, fin de la cita.
Restricción mental o, en su caso, desconocimiento. Dos hipótesis. Si el ministro dijo lo que dijo conociendo la realidad de lo que está viviéndose en ese muelle, faltó a la verdad, mala cosa. Otro supuesto sería que ignore lo que está ocurriendo porque los suyos esconden, dulcifican o distorsionan la descripción de lo que pasa, fatal, de pena.
Su afirmación ofende el esfuerzo de quienes están atendiendo a los inmigrantes como buenamente pueden. Los ministros, sin ánimo alguno de pasar de las palabras a los hechos, consolidan la idea de que la actitud del Gobierno de España está bastante más cerca de la intencionalidad que de la morosidad. Flaco favor se hacen los socialistas canarios dejándolo correr (renunciando a exigir una rectificación a Marlaska, por ejemplo) cuando los ministros desmienten la realidad que está viviéndose en las Islas. Respecto al ministro, pedirle que no haga afirmaciones sobre inmigración metiendo sus manos en las amplias mangas de su hábito.