El discurso del rey

Aunque cuatro fanáticos llenos de odio crean que el rey está solo, se equivocan. Creían que manejando cuatro medios iban a cambiar el signo de su discurso. Los socialistas demostraron su cobardía en la hora del nefando Frente Popular y ahora lo han vuelto a hacer. Me refiero a los socialistas que están en el poder, llenos de obediencia ciega; otros que vuelan libres como los pájaros son otra cosa, desde Felipe González a Alfonso Guerra, pasando por Joaquín Leguina, Bono y tantos otros. El rey no está solo y la Monarquía tampoco. Los pecados del emérito, casi todos de faldas y de denarios, se perdonan o se condenan. El emérito no es un ciudadano normal, sino un ciudadano con historia. Y la Monarquía que fue restaurada -¿o instaurada?- en su persona facilitó nada más y nada menos que la bendita Transición. Luego, con la edad, se pueden perder los papeles. Pero no crean los socios del portero de discoteca que gobiernan en España por el momento que el monarca se encuentra sin apoyos y abandonado a su suerte. Hay muchos poderes que están con él, pero no porque Felipe VI pertenezca a la Liga de los Hombres Extraordinarios, sino porque su monarquía constitucional representa a todos los españoles. A todos. ¿Para qué quieren tirarlo del caballo? ¿Para que nos gobiernen analfabetos? Ya ven que no me molesto en citar entre esos apoyos a las Fuerzas Armadas. Como todo Ejército que se precie en un país democrático, los militares están supeditados al poder civil y su papel es el de la defensa nacional y la ayuda humanitaria. No es bueno que los cuatro imbéciles que querían alterar el discurso del rey -suena a película- pierdan el tiempo en volver a intentar maniobras similares. El portero de discoteca debe abrir bien los ojos, no sea que los que él cree molinos de viento se vuelvan gigantes.