el charco hondo

El supuesto del presupuesto

El supuesto del presupuesto -autonómico, en este caso- describe un escenario que los últimos acontecimientos han arrojado a la nada del pasado reciente. La realidad que pretenden gestionar las cuentas (aprobadas en el Parlamento regional hace apenas un par de noches) ha sido enterrada por la defunción, ahora definitiva, de la temporada turística de invierno. Enero y febrero se han ido por el desagüe. Punto final. Se acabó. Fin del trayecto. Las Islas no volverán a ver la luz hasta marzo o abril porque sin turistas no hay economía, sin economía no hay empleo, sin empleo tampoco consumo, y sin consumo la recaudación caerá muy por debajo de las estimaciones más prudentes, así que no habrá caja para afrontar la creciente presión de los servicios públicos, qué decir ahora que el esfuerzo asistencial se disparará. Cae el telón. Fin. Se acabó. Si 2020 ha sido el año de los hospitalizados, en las Islas la ola de 2021 será la de los desempleados, el año de los cierres, de los créditos sin devolver, los negocios rendidos o las dificultades para reincorporarse, siquiera reciclados, al mercado laboral. Ninguna otra región sufrirá lo que padecerá Canarias. A las Islas no les basta con algunos guiños en los presupuestos generales del Estado. Tampoco con unas cuentas autonómicas concebidas para un tiempo inmediatamente anterior a éste, a este agujero donde nos ha metido el virus, sus mutaciones y, empeorándolo, la indolencia de quienes se han pasado los últimos meses limitándose a ganar tiempo, perdiéndolo. Indolencia, sí. La inacción y apatía de quienes en los ministerios debieron dimensionar la crisis canaria, lejos de amortiguar el golpe lo ha cebado. Y ahora, con el penúltimo zarpazo del virus encadenando atrincheramientos por todo el continente, sigue echándose en falta que se aborde la situación de Canarias como problema de Estado, actuando en consecuencia con un plan que rescate a las Islas de este cero económico de larga duración. Las pantallas de los ordenadores enmudecen al ritmo que las reservas se evaporan. Cae el telón. Fin. Se acabó. No saldremos del coma antes de marzo o abril, no habrá vacuna para resucitar a quienes cierren o serán despedidos. El supuesto del presupuesto autonómico ha decaído, la complacencia con la que sus arquitectos confían en los fondos estatales o europeos constituye un ejercicio de irrealidad, y de indolencia -otra vez-. Mañana será tarde, toca pasar de los anuncios a los hechos, articular un plan ambicioso que dé respiración asistida a las Islas hasta primavera.

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