
D. TOVAR / JUAN J. GUTIÉRREZ
“Esta segunda ola nos ha dado una bofetada de realidad, nos ha puesto en nuestro sitio (…) Seguimos en una pandemia, el problema es que nos hemos acostumbrado a vivir con ella, nos hemos despistado, no hemos sido lo suficientemente serios. Nos hemos relajado, y las consecuencias son estas”. Así se expresaba ayer, en declaraciones a DIARIO DE AVISOS, Leopoldo Cejas, secretario autonómico del sindicato de enfermería Satse, sobre las críticas cifras de contagios de coronavirus de la isla de Tenerife, que encabeza la crisis sanitaria en Canarias.
Unos datos que el presidente de la Asociación de Vecinos del Casco Histórico de La Laguna, Pablo Reyes, achacó por su parte al “alto nivel de irresponsabilidad de la sociedad”, destacando lo “llamativo” de que “en determinadas situaciones, lugares, horas o entornos no se eviten las aglomeraciones de personas”. Y, en este sentido, quiso concretar que respecto a Gran Canaria, donde sí se pudo atajar el incremento de positivos en verano, “aquí somos más dados a las relaciones sociales, somos más de ir a guachinches, a bares, nos gusta más la novelería”; circunstancias que, a su juicio, pueden haber hecho que la sociedad tinerfeña llegue a este punto.
Sobre las medidas impuestas por las autoridades sanitarias, incluyendo un toque de queda más estricto que en el resto del Archipiélago y la reducción de aforos, Cejas y Reyes coinciden en señalar que son “las correctas”. El coordinador de Satse incluso opina que “en muchos casos debemos ser más exigentes”, sobre todo en lo referido a “imágenes como las que hemos visto en días pasados y que han circulado por las redes sociales” de tumultos en espacios “relativamente cerrados”. “¿Por qué cerramos la hostelería y dejamos los centros comerciales abiertos? Tenemos un debate muy grande entre lo que corresponde a la parte sanitaria y económica”, señala el sindicalista, al tiempo que aclara que “como sanitario me importa más la primera, porque sin salud la economía no puede existir”.
No obstante, todavía quedaría un halo de esperanza con vistas al futuro, según Pablo Reyes, quien incide en el ejemplo de las escuelas, donde se ha demostrado que “cuando hay responsabilidad y control permanente, las cosas funcionan”. Al inicio del curso todo eran dudas, y sin embargo “está desarrollándose de forma más llevadera” que en el resto de la sociedad, puesto que “hay control en la normativa, los chicos están con la mascarilla, los profesores están encima de su cumplimiento”. Como tesis final, Reyes deja una pregunta en el aire, y es “si realmente se está haciendo el número de rastreos adecuado, si se hacen los seguimientos de esos casos de manera correcta” o “si los policías debían llevar un poco más de control y sancionar mucho más”. Leopoldo Cejas, por su lado, recuerda que “en los ámbitos familiares sentimos una sensación de falsa seguridad” que no nos podemos permitir.