tenerife sur

“Los niños preguntan a sus padres por qué lloran cuando les entregamos la comida”

La solidaridad de la red social Inclúyeme, que reparte alimentos y juguetes por el Sur desde hace más de un año, es correspondida con lágrimas de gratitud entre los beneficiarios; una abuela despidió a los voluntarios de rodillas “por traer comida a sus nietos”
Alicia Rodríguez, presidenta de la asociación (izquierda), junto a una voluntaria antes de un reparto de alimentos. DA

Alicia Rodríguez, presidenta de la red solidaria de voluntarios Inclúyeme, se quedó de piedra cuando tras entregar un lote de productos de alimentos a una familia sin medios económicos en El Médano, les despidió en la puerta de la vivienda la abuela arrodillada con sus manos unidas en posición de oración ante ella y una voluntaria que le acompañaba. Era su forma de expresar un agradecimiento infinito a los dos ángeles que acababan de asegurar la alimentación de sus nietos para los próximos días. Aquella imagen nunca la olvidará.

Las muestras de gratitud se suceden día tras día. Los sentimientos suelen aflorar en forma de lágrimas, como le ocurrió recientemente a una madre que no pudo contener el llanto nada más abrir la puerta a los voluntarios. “Entramos con las bolsas de comida y a mi compañera también le empezaron a caer las lágrimas. Le dije: no mires, agacha la cabeza, dale las gracias por recibirnos y salimos, porque como nos paremos nos derrumbamos las dos”, explicó a este periódico Alicia.

Los miembros de la asociación fundada hace poco más de un año en Los Abrigos (Granadilla de Abona) e integrada por 40 voluntarios ven cada día los rostros del drama social en el sur de Tenerife y se entregan en cuerpo y alma a paliar los efectos de la crisis económica, agravada por la pandemia, sobre las familias más desfavorecidas en la comarca.

“Hace unos días vino un señor muy educado y muy nervioso al que cada vez que le entregábamos un paquete de arroz y lentejas no paraba de darnos las gracias y de decirnos “que Dios les bendiga”. Era tal su nerviosismo que cuando se fue nos llegó un mensaje suyo para darnos las gracias, porque decía que no sabía si nos las había dado”, recuerda la presidenta de Inclúyeme.
Pero si dura es la situación que sufren los adultos, cuando la pobreza aparece dibujada en los rostros infantiles, el efecto del drama se multiplica. Los voluntarios de Inclúyeme no olvidarán nunca la reacción de un niño de apenas tres años que llegó al local de la asociación acompañado por su madre en busca de un juguete. Cuando le enseñaron varios y le dijeron que cogiera el que más le gustaba, el pequeño no reaccionó, solo miraba a su madre esperando escuchar la frase que siempre le repetía cada vez que dirigía su mirada a un juguete en cualquier escaparate: “Ahora no, no tenemos dinero”. Pero ese día descubrió en su madre un gesto y una palabra hasta entonces desconocidas: “Cógelo”, le dijo con una sonrisa. “Había que ver cómo se le iluminaron los ojos a aquel niño y cómo empezó a darnos las gracias cuando cogió su camión de playmobil. Nunca olvidaremos su mirada rebosante de alegría; nos emocionó a todos”, recuerda Alicia Rodríguez.

La asociación pide un nuevo local para almacenar víveres. DA

Nando Herrera, tesorero de Inclúyeme, afirma que las miradas de los receptores de las ayudas lo dicen todo. “Lo que más nos emociona son los ojos, que transmiten tanto, y más ahora en época de mascarillas. En sus expresiones ves miedo, mucho miedo a no saber qué va a ser de ellos” y subraya que “cuando alguien viene a buscar su lote es prácticamente imposible evitar que se emocione”. Herrera asegura que “lo más importante de esta labor es que podemos cambiar esa mirada de miedo por otra de esperanza y de comprensión hacia su problema. Hay cosas que no podemos variar, pero sí la mirada”. El directivo de la asociación reconoce que uno de los momentos más duros es “cuando los niños preguntan a sus padres por qué lloran en el momento en que les entregamos comida”.

“Nos dan ganas de abrazar a los usuarios, pero lo tenemos que hacer desde la distancia por la pandemia, les decimos que se desahoguen, que estamos para ayudarles”, indica el tesorero, que destaca la importancia de que las personas mayores se sientan acompañadas, “aunque sea con un rato de conversación”.

Nando Herrera participa en charlas en colegios en las que explica a los niños que la pobreza hoy es invisible y que se aleja del estereotipo de “personas sucias que están tiradas en la calle”. “Les decimos que ahora son personas con casa y coche que se sienten tristes y solas y que cuando les ayudamos se llevan una alegría porque se dan cuenta que alguien piensa en ellos; lo entienden perfectamente”.

Inclúyeme colabora con el programa del Cabildo Tenerife Solidario y con los padres de alumnos con cuota cero en los colegios públicos, es decir, las familias que no pagan el comedor al no alcanzar un mínimo de ingresos al año. Les llevan regularmente lotes de verduras, leche, gofio y queso, entre otros productos.

Los radares de la asociación, que actúa coordinadamente con los ayuntamientos del Sur, detectan las mayores necesidades en los municipios de Arona y Granadilla de Abona, y tanto Alicia como Nando lamentan que los servicios sociales den cita actualmente para los meses de febrero y marzo. “En muchos casos los interventores no permiten dar alimentos hasta que esté toda la documentación en regla. Sabemos que hay concejales saturadísimos, pero algo hay que hacer porque hay que atender urgencias diariamente”, advierten.

“No paramos, la sensación es que las necesidades aumentan con el paso de los días. La demanda de ayudas no deja de crecer”, confirman. Los alimentos que reparten proceden mayoritariamente de aportaciones de particulares, pero también de fundaciones como La Caixa, empresas, clubes deportivos, mercadillos del agricultor del Sur y asociaciones como el Rotary Club.

La principal demanda de la asociación ahora es encontrar un nuevo local para almacenar todas las ayudas. Actualmente concentran y despachan los víveres en el garaje de la casa de su presidenta. “Tengo que sacar el coche y lo dejo fuera porque no cabe”, afirma. “A ver si alguien nos cede un espacio más amplio donde poder meter juguetes, comida y disponer de más neveras para poder repartir verduras y alimentos perecederos, porque no solo de arroz, espaguetis y atún vive la gente”, remacha Nando.

Tanto la presidenta como el tesorero destacan el papel “fundamental” de los voluntarios. “Es nuestro mayor tesoro”, aseguran, e invitan a cualquier persona que quiera colaborar en el reparto de productos o con alguna aportación de alimentos a ponerse en contacto con la asociación a través de facebook o en el teléfono 639539812.

TE PUEDE INTERESAR