tribuna

La arquitectura en el paradigma de la COVID 19: ¿actividad esencial o accidental ?

Por Juan Manuel Palerm Salazar

esgraciadamente, y una vez más, la arquitectura sigue sin ser considerada en su imprescindible vocación y dimensión social tanto pública como privada. Desde las instituciones públicas y de la propia organización de los colegios de Arquitectos hasta la insensibilidad política y de los políticos en estos tiempos convulsos, la dimensión Social de la arquitectura se resiente nuevamente. La crisis de la arquitectura originada y acentuada sin retorno en la llamada ‘crisis del ladrillo’ a nivel nacional y la deriva económica a escala internacional; la inestabilidad de la arquitectura y su contribución social adquieren cotas no solo muy preocupantes, sino alarmantes para el conjunto de personas y profesionales que participan de esta actividad, los que operan con ella y la ejecutan, en definitiva, para los ciudadanos que la habitan y la soportan.
La frase utilizada reiteradamente estos meses de pandemia Quédate en Casa sugiere, además de cumplir su objetivo prioritario por todos conocido, entender, por una parte, que todos tenemos ‘una casa’ y que todas ellas deberían tener las condiciones capaces de entender el sentido de ‘refugio’, ‘protección’ , ‘bienestar’; capaces de garantizar una convivencia razonable y racional, íntima y personal, con la exigencia de nuestro tiempo no solo de confort y descanso, sino de formación, comunicación y estudio-trabajo como espacio privado desde donde observar el mundo y a sí mismo.
Sabemos que esta afirmación no se corresponde con la realidad ni con la verdad, los argumentos están en la mente de todos, máxime cuando el modelo de referencia para la vivienda urbana sigue encasillada en los sistemas de organización urbanística y arquitectónica de la época de los ‘planes de desarrollo’ y de políticas sectoriales de la Vivienda autonómica ambos vinculados, salvando las diferencias, a un mercado inmobiliario como aspiración de dominar en un sector industrial que reclama competencias y normas especificas alejadas de la arquitectura y de la cualidad del espacio residencial.
Por otra parte, el espacio residencial debería ser uno de los principales motores del ideario urbano y del medio rural, de la aspiración de la ciudadanía a conformar su hogar y el marco donde todos nos reflejamos y aspiramos a convivir asumiendo los conflictos como parte de nuestras reivindicaciones sociales y humanas.
La necesidad de concebir la vivienda y el espacio residencial desde la complejidad de la arquitectura y desde políticas del territorio rigurosas, requiere evitar procesos y métodos basados en datos y cuantificaciones estandarizadas y baremos financieros que engrosan los cuadros macro económicos del sector de la construcción sin precisar su cualidad, oportunidad y adecuación. Estas carencias de cualidad se reflejan y evidencian en un mosaico construido en nuestros territorios de dudosa calidad, con lenguajes esquizofrénicos variopintos y de pésimo valor ético y estético. La cualidad en los resultados sobre la vivienda están muy limitados a actuaciones puntuales respetuosas y coherentes con el principio de complejidad e imbricación de la vivienda con el espacio público, con las infraestructuras, equipamientos y dotaciones … en definitiva, con la arquitectura y con la voluntad formal de garantizar las características singulares del lugar donde se ubican y habitan.

compromiso

Las casas, edificios, plazas y jardines de una ciudad y de un territorio, desde esta voluntad formal comprometida, deben imperar frente al deseo, gusto y protagonismo individual y/o personal e incluso de las pretensiones del poder constituido sean cual fuere. Desde este principio sobre el espacio residencial, los arquitectos y todo el sector de la arquitectura debe ser capaz de ofrecer soluciones y alternativas para habitarlo, individual y colectivamente.
Quédate en casa debe suponer también un cambio estructural en la concepción y gestión del espacio residencial en las ciudades y territorios de nuestro entorno. Debe responder a la pregunta: ¿cómo vivir juntos? Debe replantear en la vivienda las dimensiones del espacio íntimo, personal y social. Debe, en definitiva de articular la necesidad de incorporar nuevos requisitos de cualidad que no están contemplados en la actualidad y que ello no depende solo de planes y normas de aplicación confeccionadas al respecto o de incorporación de nuevas tecnologías y materiales para dotar el espacio domestico de los requisitos de sostenibilidad y eficiencia energética.
Los arquitectos, en este escenario, deben responder con sus conocimientos y asumir su implicación social, Ineludiblemente la Administración debe fomentar, impulsar e implementar acciones en estos escenarios realizando acciones experimentales y solicitando a los arquitectos y sus organizaciones su imprescindible imbricación para la formulación de acciones especificas in situ, sobre el espacio doméstico íntimo y personal con la necesaria dimensión social del espacio donde habitamos bien sea público y/o privado.
Los arquitectos deberíamos dar un paso al frente y aceptar este reto y la Administración fomentar su participación aceptando la necesaria implicación con la arquitectura y los arquitectos. En un escenario donde todavía muchas administraciones son muy deficitarias de arquitectos y donde prácticamente sus funciones obedecen a tramitaciones administrativas ajenas a los principios propios de la arquitectura, resulta imprescindible en la actualidad dar y ofrecer una giro radical a nuestro compromiso social ofreciendo nuestros servicios de organización, gestión y diseño del espacio residencial y de su dimensión pública.

la lógica del hábitat

Un compromiso gestionado por la Administración, desplegando y organizando a estos profesionales por los territorios (comarcas, villas, pueblos, valles, litorales, ciudades…),para que sean capaces de comprender y ofrecer diagnósticos y respuestas a la lógica de su hábitat (rural y/o urbano), sus características esenciales y responder desde esta lógica a dar soluciones a diferentes escalas. Debemos responder desde una dimensión física y territorial donde el lugar prevalece como diagnóstico y posibilita la solución atenta a las características climáticas, de los materiales a utilizar y a las necesidades y condiciones de los usuarios (urbana, rural, …), y la adecuación administrativa que proceda.
Los arquitectos deben comprender lo que esta sucediendo “in situ” diagnosticando problemas y conflictos con el fin de ofrecer respuestas y soluciones. Imaginando el futuro. Proyectando el presente, no solo sobre el papel . No podemos mantener una actitud pasiva y ‘quedarnos en casa’. ¿Cómo solucionarlo?
Arquitectos y arquitecturas que sepan responder a las “demandas económicas y sociales” desde enunciados de cualidad y compromiso social con plena confianza de la gobernanza evitando prejuicios profesionales y administrativos de cualquier tipo. Arquitectos de los territorios,desde el lugar como operador y proyectista en la realización del imaginario colectivo, a través del reconocimiento integral del paisaje desde la innovación y creación de sus formas hasta la protección e implementación de la cualidad del espacio como bien común.
Frente a ello lo informal sin cualidad, lo extensivo y sin rigor proliferan construyendo un territorio y un paisaje cada vez mas herido.

Catedrático de Proyectos
Arquitectónicos de la ULPGC
Presidente de UNISCAPE

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