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Una taser en los cataplines

Me cuenta María Rozman -yo no lo sabía- que uno de los asaltantes al Capitolio de Washington murió porque llevaba una pistola taser y se disparó en los cataplines. Cayó fulminado. Hace falta ser mentecato para asaltar el edificio del Capitolio con una taser y dispararse en los huevos, que es una parte del cuerpo humano que no se debe tocar mucho, por si acaso. Cuando escribo, todavía no sé nada de lo que ocurrió ayer, pero entre el cadáver de la taser y el tipo de los cuernos, aquella fauna era impresentable. Trump ha creado una tropa peligrosa, y muy torpe, que según Juan Verde (de Las Palmas, asesor de Obama y de Biden) le contó a la propia María, puede originar una guerra civil. Atención a la información que está ofreciendo la citada periodista en este mismo diario. No es normal que un periódico de esos que llaman “de provincias” tenga una información internacional de tanta calidad. Cuando Franco, el único país que existía era España. En los Estados Unido creen que “el extranjero” es Afganistán, Rusia, Oriente Medio y eso. No saben ni dónde está Madrid, a veces ni siquiera Londres, y, por supuesto, no conocen que Bruselas existe y que es la capital europea. Exagero un poco, pero les animo a que hagan una encuesta en el cinturón del acero o en las profundidades de Indiana y me darán la razón. A mí la América rural me gusta, sobre todo por los supermercados y por la gente gorda, aunque estos son tópicos que ustedes no deberían tenerme en cuenta. Espero que no se arme una trifulca en USA porque ya bastante tenemos con la pandemia para andar con zarandajas. A Trump que no lo dejen hacer una de las suyas. Si está loco, que lo lleven a un manicomio. Yo lo dejé trabado una vez en la puerta giratoria del Plaza.

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