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¿Y yo qué pinto?

Hace tiempo que sé que lo que escribo no le influye nada al lector. Ni siquiera me gusta lo que escribo, en las rarísimas ocasiones en que releo lo escrito, en busca de alguna metedura de pata, alertado por un desocupado lector. Es decir, que hace tiempo que no pinto nada, si es que alguna vez pinté algo. Pero fíjense cómo está este país, voy a poner algunos ejemplos variados, cogidos aquí y allá. Los indepes ganan en Cataluña otra vez. El bondadoso Illa, al que Sánchez arrojó a la hoguera de la pandemia, consigue que el PSOE catalán sea el partido más votado; lo votan ahora más que en los tiempos del danzarín calvo, que ahora es ministro de no sé qué. Un periódico airea el primer himeneo, o lo que fuera, de Julián Muñoz, efímero alcalde de Marbella y sicario de Jesús Gil, con la Pantoja. Monedero, que gana una fortuna al año, le entrega 80 euros a una ONG como obra de caridad. Se ve que es un tipo espléndido. El Coletas de Podemos está enfurruñado con medio Gobierno, pero Sánchez no le va a dar la patada, al menos hasta que se sustancien los acuerdos catalanes. El PP está a punto de desaparecer, pero que el PSOE no se atribuya el mérito; ha sido Vox, que es una apuesta ganadora de la derecha, por suerte o por desgracia (de verdad que no lo sé). Yo, supongo que como ustedes, me siento solo ante tanto desvarío, huérfano de ideas y de ideales, harto de la parranda de uno y de otro lado, de la banda borracha de la política española. Ya no me fío de ninguno, porque creo que todos quieren lo mismo: estafarnos, tupirnos a impuestos, jodernos la vida, aumentar nuestra miseria, perturbar a este malhadado país. Estoy lost in translation. Por cierto, en mi entrevista de ayer: crac y crack es lo mismo. Lo dice la Academia.

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