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Sweet Carolina

No voy a hacer un recordatorio de Neil Diamond, ese genio, a tenor del título de la crónica. Voy a componer un memento de Carolina Bescansa, aquella que dijo -cuando era podemita- en 2016 que si sólo votara la gente menor de 45 años Pablo Iglesias sería presidente. Ella no tenía ninguna razón para ser podemita. Se casó en el altar mayor de la catedral de Santiago, su familia es poderosa en Galicia y su tía Chocha -de la Gándara- representó durante años a la beautiful people galaica. Además, su abuelo farmacéutico patentó el famoso laxante Bescansa, con el que se cagarrució más de media España de la postguerra civil. Y aún ahora se receta. Es decir, que su célebre antepasado se ganó la riqueza haciendo cagarse a los españoles; aliviándolos de vientre, en una palabra, y por decirlo más fino. Más tarde, Carolina pasó a la fama por dar el pecho a su bebé en el Congreso de los Diputados, que es el lugar menos indicado para dar el pecho a alguien. Digo todo esto porque en España convive gente que quiere matar al rey y a su princesa, y se le premia con una Secretaría de Estado, con nietas de inventores de laxantes que pretenden que los viejos –como su abuelo el del laxante lo fue- no voten, sino los jóvenes, para que gane su Pablo. Ya no, porque la relación se cortó, a lo mejor cuando Carolina vio lo gaznápiros que eran sus compañeros de aventuras. En fin, que este tampoco es un país para viejos, como aquella película en la que Bardem hacía de asesino con un peinado ridículo. No sé, esta pandemia está dejando atrás una generación de locomía de la que ustedes, desocupados lectores, me van a guardar un cachorro. Yo cuando veo la cosa mal hago como mi perra: me meto en la cama; pero me levanto a las cinco para tomar el té.

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