No existe precedente, en la historia de nuestra autonomía, de un maltrato y un desprecio tan agudo con Canarias como el que está protagonizando el Gobierno ‘progre’ de los socialistas y comunistas: ese que, además, ha conducido a nuestro país de la peor manera posible en unos momentos de extrema gravedad.
La crisis de la inmigración irregular, padecida por nuestras islas a lo largo del pasado año, demostró el absoluto abandono de cualquier tipo de responsabilidad por parte de la Administración Central del Estado, que dejó a nuestras islas a su suerte. El espectáculo de miles de personas abandonadas a su suerte en los muelles o alojadas deprisa y corriendo en complejos hoteleros no motivó, como debiera, una reacción proporcional de unas autoridades que practicaron una política de hechos consumados: los emigrantes, en Canarias, no molestan. No se pueden mover por la Península y Europa. Por lo tanto, no son un problema.
Pero lo eran. Humanitario y social. Los ministros vinieron y se fueron y los problemas se siguieron agudizando. Pero el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, solo viene a nuestras islas de vacaciones. Y como era de esperar, ni siquiera se molestó en acudir para comprobar lo que estaba ocurriendo. Y nadie nos dio ninguna explicación de por qué casi la mitad de los emigrantes provenían de un país como Marruecos con el que España y Europa tienen una larga tradición de relaciones comerciales preferentes.
Lo que ha pasado después ya lo hemos visto todos. La irresponsabilidad de cargos públicos de Unidas Podemos pronunciándose sobre el conflicto saharaui —contaminando la posición oficial del Gobierno con sus legítimos planteamientos de partido— tensó la cuerda al máximo con este Gobierno, que se ha especializado en entrevistas clandestinas en los aeropuertos con líderes de dictaduras caribeñas, y volvió a meter la pata con Marruecos cuya respuesta fue, por supuesto y de acuerdo a su larga tradición de excesos, desproporcionada e inaceptable.
La realidad es que a Canarias se le está negando el pan y la sal. El turismo en nuestras islas, que es de lo que vivimos, se ha hundido sin que el Gobierno haya movido un dedo para ayudarlo. Se ha estrangulado la financiación en convenios como el de inversiones en infraestructuras turísticas o en centros educativos.
Se han mermado los fondos para la pobreza hasta el punto de que el banco de alimentos ha pasado dificultades para poder atender a miles de familias desesperadas. Se ha secuestrado el dinero de carreteras que se nos debía desde hace años por una decisión equivocada —sí, lo repito, equivocada— de un gobierno de mi partido. El plátano de Canarias está en peligro de extinción ante el pasotismo del Ministerio de Agricultura. Y mientras todo se hunde, el paro se dispara y la pobreza se convierte en crónica, el Gobierno ‘progre’ nos ignora olímpicamente y el Gobierno de Canarias, amordazado por un silencio cómplice, calla.
No podemos aguantar más. La sociedad de estas islas tiene que movilizarse y presionar para que se levante una conciencia crítica. Canarias es España. Igual que Ceuta o que Madrid. Y hay más de dos millones de españoles que afrontan un declive social y una crisis económica sin precedente conocido. Y frente a todo ello, no puede tolerarse que el Gobierno de nuestro país esconda la cabeza como un avestruz y se refugie en planes que todo lo fían al año 2050. Porque para esa fecha, como se dice, no es que estemos todos calvos, es que aquí habremos dejado de existir.
(*) Presidente del PP de Tenerife