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Difícil esto de la entrevista

El género de la entrevista, o el subgénero, conlleva algún matiz. Lo digo porque ha insistido mucho el hijo de Clemencia Ramos Rodríguez, una señora de 87 años que entrevisté en este periódico hace un par de semanas, en que le dé, en su nombre, una satisfacción a la familia de una persona citada por su madre. Un hombre llamado Pepe Déniz que era un guarda jurado de Las Mercedes, a quien ella tildó de un tanto duro, allá por los tiempos de Franco; duro con los que recogían leña en el monte. Bueno, pues me dice Roberto, el hijo de Clemencia, que no, que era una bella persona ese Pepe Déniz, que los duros con la gente eran otros de los citados. Bueno, pues yo lo pongo aquí. No es que la cosa tenga importancia, porque tampoco se decía nada del otro mundo en la entrevista, pero ante el agobio de Roberto –y su machacona insistencia ante un servidor de ustedes- yo digo que Roberto dice que Pepe Déniz, guarda jurado por la gracia de Dios, era poco menos que un santo. Ya está. Estamos refiriéndonos a nimiedades de hace más de 50 años, o sea que la cosa tiene guasa. Pero ha sido tan insistente Roberto que así yo me quito de en medio y proclamo la beatitud de Déniz, para contento de su familia y entorno. Y de la mía, porque mi teléfono no ha dejado de sonar pidiéndome este comentario. Las entrevistas tienen esto, que hay veces que donde dije digo quise decir Diego. Un lapsus mentis lo tiene cualquiera, incluida la señora entrevistada, y más en un tema tan nimio e intrascendente como el que nos ocupa. Canonizado el guarda, yo ya he cumplido, lo hago con cierto humor y gasto el espacio de todo un artículo en semejante memez. Quien sí es buena persona es Roberto, o eso creo.

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