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El entorno del Palmetum, una puerta a la esperanza para que los feriantes recuperen ingresos

Después de más de un año sin trabajar, ayer, 28 atracciones volvieron a encenderse para acoger a un máximo de 836 personas, en un espacio que cerrará el 13 de junio

Son optimistas. No les queda otra. Los feriantes saben que no van a cerrar el 13 de junio más ricos, pero se conforman con que puedan cubrir gastos (70.000 euros les ha costado poner en marcha la feria), y que el resto de ayuntamientos de la Isla se animen a facilitarles las cosas tal y como ha hecho el de Santa Cruz, cediéndoles el aparcamiento del Palmetum para que allí, 28 atracciones en las que trabajan casi 120 personas, ofrezcan un ratito de diversión a los vecinos y visitantes de la capital, pero, sobre todo, para que tengan una puerta a la esperanza de recuperar la actividad. En el primer día, se formaron algunas colas puntuales, más por el control de accesos que por la afluencia masiva de visitantes, pero los suficientes para que los feriantes empezaran a ver la luz al final del túnel.

Conchi es una de las personas que forma parte de esta primera feria post COVID. Ella es la matriarca de cuatro generaciones de feriantes que ha visto como, en estos meses, ha tenido que endeudarse para aguantar un parón que los ha dejado casi en la ruina. “Desde mi marido a mis nietos, todos trabajamos en esto. No vamos a ganar dinero, pero al menos es un respiro, una puerta para empezar a volver a la normalidad”. Para volver a la feria se han tenido que gastar “un dineral” en la ITV de todas las atracciones y en poner al día los seguros que habían dejado de pagar.

Hay gente que no ha podido asumir el coste de una iniciativa privada como esta, reconocía el promotor de la feria José María de la Cova. “Hemos hecho el 100% de la inversión de este recinto, con acceso gratuito, y en el que los usuarios pagan por las atracciones en las que se suben. En cuanto la seguridad, cumplimos con todos los protocolos, con control de accesos, limpieza de manos, o la limpieza después de cada uso…”.

Davinia es otra de las feriantes que se ha sumado a la actividad. “Llevamos un año cerrados, pudimos abrir seis días en el Puerto de la Cruz en diciembre, pero por las condiciones de la COVID cerramos. Tuvimos más pérdidas que otra cosa”, lamenta. Las ayudas a los autónomos o los ERTE le ha permitido sobrevivir. Confía en que esta feria sirva para que el resto de ayuntamiento se animen. Tarian también trabajó en el Puerto de la Cruz, y también perdió dinero. “Desde el Carnaval hemos aguantado como hemos podido, pagando el alquiler, el autónomo…”. Confía que se reactive el sector y admite que no le quedaba otra que arriesgarse. “No tengo otra forma de vida, este es mi pan y el de toda mi familia”.

El alcalde, José Manuel Bermúdez, visitó el espacio ferial durante la mañana de ayer, y puso en valor que esta nueva iniciativa permita que casi 120 personas puedan tener ingresos mientras dure la feria. Preguntado por los datos de contagios que permanecen estancados en Tenerife, y su posible relación con actos con asistencia masiva de gente, el alcalde fue muy claro. “Solo hay que mirar los datos epidemiológicos para comprobar que precisamente Santa Cruz no es el municipio que se encuentra en niveles de riesgo alto. Son otros los que están manteniendo ese nivel durante ya demasiado tiempo, y son donde creo que hay tomar medidas y decisiones”.

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