búsqueda de anna y olivia

El portavoz confirma los temores de Tomás tras la ruptura

La investigación sigue centrada en lo sucedido durante las dos horas en que se vio a las niñas por última vez y el padre fue captado por las cámaras de seguridad de la Marina del puerto capitalino
Las niñas desaparecidas, Anna y Olivia. DA
Las niñas desaparecidas, Anna y Olivia. DA
Las niñas desaparecidas, Anna y Olivia. DA

DIARIO DE AVISOS / EFE


Fue hace un mes cuando Tomás Gimeno, un varón tinerfeño de 37 años de edad, no devolvió a sus hijas a la hora acordada con su expareja y madre de las pequeñas, Beatriz, y le avisó por teléfono de que no las volvería a ver jamás ni a él tampoco, tal y como informó este periódico.


Desde que tuvo conocimiento de los hechos, la Guardia Civil calificó de alto riesgo la desaparición, a tal punto de que no ha parado de buscar por tierra, mar y aire a las pequeñas Olivia y Anna, de seis y un año.
En todo este tiempo se han mantenido abiertas varias hipótesis, desde el secuestro y fuga, de ahí que el juzgado que instruye la causa dictara una orden de búsqueda internacional, hasta un parricidio.


La investigación es una de las más complejas a las que se ha tenido que enfrentar en los últimos años la unidad central operativa (UCO) de la Guardia Civil, que intervino en la resolución de los casos de Diana Quer, Asunta Basterra o Gabriel Cruz.


No tanto por el tiempo transcurrido, apenas un mes, que ha sido interminable para la madre de las niñas, que, pese a la angustia y la incertidumbre, no pierde la esperanza de volver a abrazarlas, sino por la complicación que implica buscar pistas en la inmensidad del océano, que es donde se le perdió el rastro al padre.
Han sido múltiples las diligencias practicadas, empezando por el rastreo del móvil de Tomás, a través de un duplicado de su tarjeta, hasta el análisis de diferentes cámaras que pudieron registrar sus últimos movimientos antes de desaparecer.


También se han analizado sus movimientos bancarios, por si pudo hacer una retirada importante de efectivo, y se ha registrado hasta en cinco ocasiones su vivienda en Igueste de Candelaria con la ayuda de dos perros adiestrados para buscar restos biológicos, así como su coche y su lancha.


Como reiteradamente ha informado este periódico, la investigación se centra en dos horas críticas, las que transcurrieron desde que Tomás se despidió de sus padres, acompañado de las niñas, sobre las 19.30 horas, hasta que las cámaras de la Marina del puerto de Tenerife lo grabaron entrando en esas instalaciones a las 21.30. Allí, un vigilante lo vio solo, sin la compañía de las niñas, cargando maletas y bolsos en su embarcación, con la que salió a navegar dos veces. Como quiera que aún estaba convaleciente de un accidente que le afectó hasta cuatro costillas, se descarta que los bultos llevasen un peso excesivo.


Cuando regresaba a puerto tras su primera incursión en el mar, Tomás fue abordado por la Guardia Civil y propuesto para sanción, pues se estaba saltando el toque de queda que por entonces estaba fijado a las 23.00 horas. Los agentes inspeccionaron la embarcación y no encontraron nada sospechoso en ese momento, pues la madre aún no había denunciado la desaparición de sus hijas.


Una vez en el puerto, Tomás cogió su coche y fue a una gasolinera cercana a comprar un cargador para el móvil, porque se estaba quedando sin batería. Luego, se hizo a la mar sobre las 00.30 horas del 28 de abril con rumbo desconocido, que los investigadores tratan de reconstruir a través de la señal del móvil.


¿Qué sucedió hasta que unas 17 horas más tarde fue localizada la lancha vacía y a la deriva? ¿Dónde estaban entonces las niñas? ¿Pudo embarcarlas en su lancha ocultas de alguna manera o en otra embarcación?, en cuyo caso tendría que haber contado con la colaboración de terceras personas y sin apenas margen de tiempo.


Apenas han trascendido detalles de las pesquisas -el Juzgado de Instrucción Número 3 de Güímar mantiene el secreto de sumario- y lo que se sabe es que ni en la vivienda ni en la finca de Igueste de Candelaria, como tampoco en la lancha ni el coche de Tomás, encontraron los perros de la Guardia Civil pruebas concluyentes.
En cuanto al rastro de sangre hallado en la embarcación, los forenses dictaminaron que el rastro de sangre hallado en la embarcación de recreo no coresponde a las niñas, sino al padre.


Ahora las esperanzas en que la investigación no acabe encallando están depositadas en el sonar y el robot submarino que un buque del Instituto Español de Oceanografía incorporará en los próximos días para rastrear el fondo del mar frente a la costa sureste de Tenerife.

El portavoz confirma los temores de Tomás tras la ruptura

Joaquín Amills, portavoz de la familia de Beatriz, la madre de las niñas desaparecidas el pasado 27 de abril en Tenerife y presidente estatal de la asociación SOS Desaparecidos, explicó ayer que la madre de las pequeñas trataba con cariño a Tomás Gimeno, el padre de las criaturas, confiando en que se recuperara del varapalo de su ruptura, sin duda consciente de la falta de madurez de este varón para asumir un fracaso más del llamado amor romántico.


La madre de las menores recibió una declaración de intenciones que ahora cobraría mucha más importancia. Según Amills, Gimeno le habría confesado a la madre de sus hijas que “una cosa es salir de la zona de confort, y otra es cambiar de continente”, haciendo alusiones a posibles planes de marcharse, tras enterarse de que su exmujer había rehecho su vida y tenía una nueva relación con un ciudadano de nacionalidad belga de 60 años de edad.


“Qué fácil aceptar que pierdes una familia con la que llevas toda una vida, perder el control de tus hijas”, decía Gimeno, ensimismado en su reacción infantil, aferrándose a sus temores pese a que la madre le aclaró repetidamente que no pensaba mudarse de residencia con las niñas.


Sea como fuere, la investigación continúa abierta y no se descarta ninguna de la hipótesis sobre la desaparición de las pequeñas Anna y Olivia.

El ‘Ángeles Alvariño’ se espera que se sume hoy a las tareas de búsqueda con el sonar y el robot submarino

El buque oceanográfico vigués Ángeles Alvariño, dotado con un sistema de ecosonda multihaz y un robot submarino, se dirige hacia Tenerife, adonde podría llegar hoy mismo, tras hacer escala en Cádiz, para sumarse a la búsqueda de Anna y Olivia, las niñas desaparecidas junto a su padre desde el 27 de abril, según informaron fuentes de la investigación.


Construido por el astillero Armón en Vigo y con base en este puerto, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) ha cedido el Ángeles Alvariño a la Guardia Civil, tal y como avanzó con motivo de una visita a El Hierro la directora del instituto armado, María Gámez, pendiente entonces de la pertinente autorización del juzgado que instruye la causa como un presunto delito de secuestro parental.


A bordo de buque, que salió del puerto de Vigo el pasado domingo, viaja el robot submarino Liropus. Se trata de un robot no tripulado capaz de maniobrar hasta 2.000 metros de profundidad, y que fue empleado para la observación del volcán submarino Tagoro, frente a La Restinga (El Hierro).


Con esta tecnología, la Guardia Civil rastreará el fondo submarino en un área delimitada por el geoposicionamiento del móvil de Tomás Antonio G.C., obtenido a través de un duplicado de su tarjeta, en la madrugada del 28 de abril, horas después de que se le perdiera el rastro.


Las cámaras de la Marina de Tenerife y un vigilante lo vieron salir por segunda vez a la mar con su lancha a las 00.30 horas. Antes, había entrado al puerto solo con su coche, desde el que llevó a su embarcación varias maletas y bolsas, y realizó una primera incursión al mar.


Cuando regresaba a puerto, la Guardia Civil lo interceptó y lo propuso para sanción por saltarse el toque de queda. En la embarcación, los agentes no encontraron nada sospechoso. A esas horas la madre de las niñas aún no había denunciado su desaparición.


Horas más tarde, la lancha fue hallada vacía y a la deriva frente al Puertito de Güímar, y, al cabo, los equipos de emergencia localizaron flotando en el agua una silla de retención infantil que usaba Anna, mientras que se echó en falta el ancla de la embarcación.


Aunque no se ha descartado ninguna hipótesis sobre el paradero de las menores desaparecidas, el paso del tiempo y el transcurso de las investigaciones conducen al rastreo de la vertiente este del litoral tinerfeño como principal línea de investigación.

TE PUEDE INTERESAR