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Marruecos y España

Unos 9.000 marroquíes -algunos menos, según otras fuentes- han alcanzado territorio español en Ceuta, muchos de ellos sin apenas mojarse, sólo cruzando a pie el espigón que traza la frontera marítima de la ciudad. Es la respuesta de Marruecos a la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. El Gobierno español dice que lo ha hecho por razones humanitarias –sufre covid-19-, pero por razones humanitarias podría haber ido a Argelia y no traerse consigo un conflicto diplomático complicado. España hizo que el gran valedor de las relaciones bilaterales entre nuestro país y Marruecos, el rey Juan Carlos, ya no viva en su patria. Se ha tenido que marchar también, a causa de las veleidades republicanas de una parte del PSOE, incluido el presidente del Gobierno, cuya Hacienda (que no es de todos, sino de ellos) lo ha ido acorralando, con la entusiasta colaboración de la Fiscalía General del Estado. Ahora que el problema con Marruecos lo arregle Pedro Sánchez, que es lerdo en muchas disciplinas, incluida la política internacional. Entre otras cosas porque nadie le hace caso. Cuidado con Marruecos, que maneja muchas teclas. La principal son los Estados Unidos, que tiene al país alauí como el muro de contención contra los radicales árabes en esa parte de África; segundo, porque, cuando Marruecos quiera, hará con Canarias lo mismo que con Ceuta; tercero, porque no es difícil la amistad con Marruecos, si se mantiene la neutralidad en el conflicto del Sahara. No hay que olvidar que el Polisario hundió nuestros barcos y mató a nuestros pescadores en una época. Incluso ridiculizó a nuestra Marina de Guerra cuando a la patrullera Tagomago no le funcionaron sus cañones al intentar proteger a los pesqueros españoles. Es mejor llevarse bien con Marruecos, en una convivencia digna para los dos países. Lo demás sería un error estratégico. Que el rey grande le explique al rey chico cómo hacerlo, si es que hablan por teléfono.

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