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Un curioso oxímoron

Creo que lo dije, no sé si fue en uno de mis libros sobre el mago, pero sé que lo dije. En Canarias, el mago dice “buenos mal” por “menos mal”, con lo que consigue un curioso oxímoron, porque lo bueno no puede ser malo. Tenemos expresiones curiosas, para que luego digan que no existe un idioma en estas Islas. Les voy a hablar de otras expresiones. Por ejemplo, decimos: “Losotros no fuimos”. Esto se gritaba habitualmente cuando el guardia venía a quitarnos la pelota de trapo. “Losotros no rompimos el cristal de la señora, señor guardia”. El “losotros” supone todo un disimulo, aunque no cuele. Pretendemos con el término sustituir al inculpatorio “nosotros”. Parece que con el “losotros” despistamos -aunque sea un poco- al agente de la autoridad”. Pero el mago no descansa. En el bar Guaidil de Güímar, el bar de Toño, un mago apostado en la barra mientras yo me comía un delicioso bocadillo de queso y me bebía una cerveza, gritó (el mago no habla, sino que grita): “¡Toño, te ha dicho que me pongas una cerveza, no seas osoleto!”. Y es que al mago la palabra obsoleto le encanta y la usa para todo. La pronuncia “osoleto”, en realidad, pero la tiene siempre presente en sus conversaciones cultas y parece concederle un cierto aire de distinción, porque los escuchas no saben de lo que está hablando el erudito. Algunos lectores opinan que soy cruel cuando cito al mago, pero no es verdad. Tan solo constato una realidad rural indiscutible, en unos textos que se han convertido en todo un tratado de sociología rupestre y no precisamente de roca, sino de rudo. “Buenos mal que llegaste”, dice el mago y se queda tan fresco en su parque cerrado de palabras, en un lenguaje que él cree que es el correcto. El mago escribe como piensa, así que imaginen cómo piensa.

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