despuÉs del parÉntesis

Amos y esclavos

La historia parte de Dostoievski y la confirmó Friedrich Nietzsche. Y tiene mucho éxito porque aporta beneficios sustanciales en las relaciones de poder

La historia parte de Dostoievski y la confirmó Friedrich Nietzsche. Y tiene mucho éxito porque aporta beneficios sustanciales en las relaciones de poder. Dice que hay dos clases de hombres: los que sirven y los servidos. Tal principio (adujeron los autores dichos) se muestra en su absoluto. Así lees la inquietante y excepcional Crimen y castigo y lo ratificas cuando te acercas a El anticristo de Nietzsche. Lo que te planteas en ese caso es quién decide el orden, por qué el amo es el que es frente al esclavo. Ellos lo explican, taxativamente lo explican, y caes en la trampa del fundamento divino. Truco de escritores, se dirá. Nietzsche mata a Dios y hablar del sacro Raskólnikov es anatema, por lo menos hasta la conversión final del protagonista. El asunto se arrima a la condición particular del discurso. Lo que persigue el iluminado (Dostoievski) es ser en contra del otro que no sirve. Sabemos, por tanto, que el apremio de unos es imponer la exclusividad de sus categorías y justificar la condición de las víctimas.

A lo que iba. Nos encontramos en España ante una iniciativa singular. Resumo con la estaca que se repite: nacionalistas de un lado frente a nacionalistas de otro. ¿La diferencia? Unos viven en la sustancia, elegidos, otros en la condena. Dos grupos. Sublimes unos en el disfrute de la propiedad; bastardos los otros, por no formar parte de la propiedad, y como tales son excluidos: catalanes, vascos, gallegos, andaluces, canarios… Maniobra impar para los expulsos que serán enviados a la diáspora, fuera de los límites del Estado, condenados al exilio en su propio país.

Curioso ideario a aplicar, entonces, por los amos. De buenas a primeras los que no ratificamos a los distinguidos somos parias porque nos negamos a ser vasallos de los Reyes Católicos o de Francisco Franco: patria única, bandera exclusiva, idioma universal y Dios católico que nos ama a todos. Patético y mentiroso.

Quiero decir, las razones de Dostoievski en la construcción del divino Raskólnikov resultan eximias en pensamiento y cuando Nietzsche escribió en El anticristo “el concepto cristiano de Dios es uno de los conceptos de Dios más corruptos a los que se ha llegado a la tierra”, también. Lo de estos gansos centralistas, no.

Por eso es conveniente hablar, para no dar razón por el silencio a los inicuos y para confirmar que la barbaridad es barbaridad venga de donde venga, de la España del siglo XV o de las entrañas mismas de la Comala de Juan Rulfo.

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