búsqueda de anna y olivia

El Ángeles Alvariño cambia su área de rastreo y ahora busca desde Añaza a Güímar

El interés de la zona escudriñada ayer parte de la base de que Tomás abandonó su lancha más cerca de donde fue encontrada

Pese la tremenda dificultad a la que se enfrenta la tripulación del buque oceanográfico Ángeles Alvariño en su búsqueda por las profundidades submarinas de algún indicio que ayude a despejar las incógnitas que rodean a la desaparición de las niñas Anna y Olivia, de uno y seis años de edad, respectivamente, que tuvo lugar en Tenerife el pasado 27 de abril, su empeño y dedicación a esta tarea no solo no presenta aparentes signos de flaqueza alguna sino que prosigue con renovadas energías.
Así puede deducirse del cambio de rumbo que se observa al revisar por dónde navegó ayer el barco cedido por el Instituto Español de Oceanografía para colaborar en la investigación que lleva a cabo la Guardia Civil, sin que el hecho de que en estos días parezca centrada en la búsqueda por el mar suponga variación alguna en que, como ocurre desde el primer momento, se mantengan abiertas todas las hipótesis plausibles sobre lo que pueda haber sucedido a estas pequeñas.
En concreto, ha sido en su sexto día de trabajo cuando el Ángeles Alvariño ha obviado la zona que, hasta ahora, centró prioritariamente su rastreo y que se localiza frente a la parte del litoral situado al este del municipio santacrucero, más allá de alguna incursión llevada a cabo en los dos días anteriores fuera de esos límites. Por el contrario, ayer se optó por una zona completamente distinta que abarca desde, aproximadamente, las aguas que se encuentran frente a Añaza hasta prácticamente las que bañan la costa más al norte del municipio de Güímar, no muy lejos del Puertito, donde finalmente apareció vacía y a la deriva, la embarcación de recreo usada en la noche de autos por el padre de las niñas, Tomás, igualmente ausente desde entonces.
En cuanto a los objetivos que se persiguen como posibles resultados de una búsqueda tan compleja, habida cuenta de las notables profundidades existentes donde se busca, figuran preferentemente las bolsas y bultos que cargó Tomás en su lancha aquella noche antes de zarpar desde la Marina santacrucera, y de las cuales solo se ha encontrado una sillita infantil de la familia que flotaba cerca de donde apareció esta embarcación. Para ello se llevan a cabo medidas que permitan averiguar en lo posible tanto su peso como su volumen, dado que fueron grabadas aquella noche por las cámaras de seguridad del puerto capitalino.

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