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El progreso

En algunas ocasiones, y casi siempre en fines de semana, y de madrugada, Movistar nos deja a oscuras. Es decir, que probablemente para ajustar sus sistemas, o para lo que sea, corta la señal. En mi caso, me cabreo mucho, pues hago un sacrificio para pagar sus elevadas tarifas y porque es el único entretenimiento que me queda: la televisión. Anteanoche me interrumpieron una película argentina, protagonizada por Ricardo Garín, cuando mejor lo estaba pasando. Tardaron bastante tiempo en reponer la señal completa; es más, cuando les escribo aún no puedo recuperar la peli, lo cual me causa mayor cabreo. Movistar debería indemnizar a sus usuarios cuando estas cosas ocurren. Sería la única manera de que arbitraran los medios para que uno no se quedara sin fibra óptica en el momento menos oportuno. Aunque, en estos tiempos, los momentos menos oportunos serían todos. Además, como uno es un lerdo en materia electrónica, no entiendo los consejos que aparecen en el televisor, porque a mí apagar y encender un rúter manualmente, sin usar el mando, ya me resulta bastante complicado y me tengo, encima, que agachar para hacerlo. Son los peajes del progreso, pero yo me quedé sin película, agarré un cabreo tremendo, tampoco pude enviar el artículo al periódico y me fastidió Movistar la noche. No sé qué ocurrirá en otras compañías, si la fibra se corta de vez en cuando o no. Considero que Movistar es la empresa de telefonía y televisión por cable más sólida, pero no veo justo que queden impunes estos cortes, aunque las averías existan, naturalmente, porque nada es perfecto. Voy a ver si llega la puñetera señal para seguir viendo a Ricardo Garín y compañía, y si puedo recuperar la película, que espero que sí. Sólo contando las cosas cotidianas me salen ya los artículos. Aunque sea para contarles lo incómodo.

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