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Hasta nunca, Ghali

España se quitó de encima al farsante del Polisario, más obligado el Gobierno por la insistencia de Marruecos que por sus ganas de echarlo. La machangada del avión que venía a recogerlo, obligado a dar la vuelta a la altura de Ibiza, es un signo vano de autoridad, porque ya estaba preparado otro avión para evacuarlo desde Pamplona. La excusa de que el aeropuerto de La Rioja no reunía las condiciones para que operara el primer aparato es otra mentira más de Sánchez y Cía: el avión que envió Argelia podía haber aterrizado y despegado con el moro dentro, sin problemas. Ghali fue interrogado someramente y por videoconferencia por el juez Santiago Pedraz, que no encontró en su alma restos de genocidio y tampoco dictó medidas cautelares contra él. Y lo empaquetaron para Argel. Militares españoles piden ir licenciando la parte árabe de las tropas regulares de Ceuta y Melilla, por si se viran, reforzar militarmente las dos ciudades autónomas e incluso construir, por si acaso, un aeropuerto en Ceuta (Melilla tiene uno operativo). Y también que las dos ciudades se aprovisionen desde España y no desde Marruecos. Creo que las fronteras de ambas urbes están cerradas, o casi, y la embajadora de Marruecos en Madrid, que es amiga del monarca alauita, sigue en el país vecino. No sabemos cuándo regresará a España. Alrededor, las declaraciones irónicas de intelectuales marroquíes y de miembros del Gobierno de Mohamed VI, que saben de la idiotez galopante del Gobierno de España. Díganme ustedes la necesidad de todo este lío. Ghali no tenía que haber entrado en España, porque el Polisario no le aporta nada a nuestro país. Ghali es el mismo tipo que ordenó ametrallar a los pescadores canarios en aguas del banco pesquero cercano. El que puso en ridículo a nuestra Marina de Guerra. Y el Gobierno de Sánchez lo acoge “por razones humanitarias”. Vete por ahí, muchacho.

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