cultura

Mikal Rodríguez: “La asociación busca discursos conciliadores con las administraciones”

Presidenta de la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Canarias
Mikal Rodríguez. / DA

Mikal Rodríguez preside la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Canarias (Apgcc), creada en 2011 con el fin de reforzar la figura del gestor cultural y regular su situación. Algunas de las máximas que inspiraron su constitución son promover el debate y la reflexión sobre cuestiones de interés colectivo en las políticas y la gestión culturales, y regularizar la situación profesional de las gestoras y los gestores de Canarias. La Apgcc se encuentra en la actualidad en un debate abierto con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, institución con la que mantiene discrepancias acerca de su reciente proceso selectivo abierto para la contratación de gestores culturales.

-¿Cómo definiría la figura del gestor cultural?
“Me gustaría primero ubicarnos en una línea de tiempo, ya que influye en la forma en la que se define al gestor cultural y, aunque parece que acaba de llegar, en España se cumplen más de 40 años de profesión y también el perfil del gestor evoluciona. Es un profesional que intermedia entre la creación artística-herencia patrimonial, la participación y el consumo de los hechos artísticos, que realiza su profesión pensando en los campos estéticos, de gestión y con orientación a lo social. Esto hace que tengamos perfiles diferentes en función del ámbito en el que trabajemos: la administración pública, el tercer sector -organizaciones sin ánimo de lucro- u organizaciones privadas”.

-¿Qué impulsó la creación de la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Canarias?
“La asociación nació en 2011 de la mano de los gestores culturales del momento, de la necesidad de unir al colectivo de profesionales diseminados por la geografía canaria, que pertenecen tanto a la administración pública como a la empresa privada, con el fin de reforzar la imagen del gestor cultural y regular su situación. Ya desde aquel momento creímos en la necesidad de servir de interlocutores ante la administración y defender los intereses empresariales y profesionales de los asociados”.

-Han mostrado su desacuerdo con el proceso de selección puesto en marcha por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. ¿Qué es lo que reivindican desde la asociación?
“Siempre hemos planteado discursos conciliadores ante las convocatorias que surgen desde lo público, para que se garantice la igualdad, el mérito y la capacidad, así como la objetividad en la selección de candidatos. No entendemos cómo en esta convocatoria, en la que se generará una lista de reserva de aspirantes que van a ser técnicos A1 en el área de Cultura, no se valoran ni se piden méritos. Además, no se mira su formación en el campo de la cultura y se valora solo en la fase de examen”.

-¿Cuál es la respuesta de la institución a sus peticiones?
“No estamos hablando en los mismos términos sobre el valor y la importancia de esta profesión. Si el colectivo pide responsabilidad en las ofertas de trabajo orientadas a la gestión de la cultura y no se entiende que deben ser tenidos en cuenta el bagaje y la formación, flaco favor se le hace a la profesión”.

-¿El de Santa Cruz es un caso aislado? ¿La profesión de gestor cultural está valorada?
“Por desgracia, no es un caso aislado. Desde la Feacg (Federación Estatal de Asociaciones de Profesionales de la Gestión Cultural) trabajamos para que desde la Administración se valore y se cumplan las buenas prácticas y se realicen convocatorias y selecciones apropiadas. Es posible que algunos puestos sí estén valorados, pero siempre van vinculados a la persona que lo ocupa. Hay muchos perfiles de gestores que se encuentran en el tercer sector y no siempre se les reconoce la labor que ejercen en su ámbito de actuación.

-¿Qué es lo más bonito de la profesión de gestor cultural?
“Se dice que a quienes trabajamos en el sector de la cultura nos mueve algo más y así lo creo. En mi caso, disfruto mucho de todos los procesos, desde su fase inicial hasta que nos sentamos y valoramos todo el proyecto. Esto nos permite analizar y mejorar continuamente. Así que diría que el trato con las personas que se involucran en el proyecto, la respuesta del espectador y poder aportar a la sociedad en su conjunto; herramientas de aprendizaje, de ocio y de creatividad… No hay límites en el imaginario de las artes y esto se ve en la puesta en escena de las diferentes disciplinas, nuevos artistas, artistas consolidados y un camino que no hace sino avanzar; reflexionando, poniendo en valor conceptos algunas veces desnaturalizados, y un poder que solo las artes pueden dar. Esta profesión, a veces dura por la situación que vivimos actualmente, me motiva cada día desde que me levanto; disfruto plenamente de ella”.

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