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Adiós, Raffaella

Ni siquiera sé si habrá esquela para Raffaella María Roberta Pelloni, que el mundo conoce como Raffaella Carrá, y que ha fallecido el lunes en Italia. Ella fue la cantante más internacional de su país, la más alegre, la que representó a generaciones de fans, como soy yo. En España triunfó como presentadora y como artista. Tenía 78 años y había sido atacada por una enfermedad no revelada, pero todo parece apuntar al puto cáncer. En nuestro país se le relacionó con políticos y productores, pero ella siempre salía indemne de esos amores furtivos, reales o ficticios. Era vitalista y simpática, una mujer cercana al estereotipo italiano de amor a la vida, a la buena vida. Trabajó como una loca durante toda su existencia, puso a Italia en lugares donde nadie había llegado y nos alegró la vida, que eso no tiene precio. La palabra que más veces pronunció en su vida fue “amor”, rodó hasta una película con Frank Sinatra y llevó la alegría a millones de personas. No tuvo hijos, aunque sí muchos romances; en España fue tan popular como cualquier gran artista española y siempre tenía una palabra de disculpa y comprensión para todo el mundo. A mi generación le regaló muchas canciones inolvidables y el otro día su corazón explotó de verdad, tras muchos esfuerzos por agarrarse a la vida. La alegría que nos trajo es suficiente razón para recordarla con cariño, al margen de su talento, su intuición y su bondad. Murió Raffaella Carrá, pero queda una colección de bellas canciones, que es su mejor herencia. Artista de los pies a la cabeza, trabajar con ella era muy fácil, a pesar de su exigencia; y nunca hirió a nadie sino que procuró hacer la vida fácil a todo el mundo. Cuando la vi por primera vez supe que estaba ante una grandísima mujer. Adiós, Raffaella.

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