tribuna

Diez años después, ¿dónde está la justicia?

Por Teddy Bautista

Hoy, se cumple una década exacta de la intervención judicial de la guardia civil, armados y protegidos con chalecos antibalas y coordinados desde el aire por un helicóptero, mientras un sinfín de antenas parabólicas y cámaras de TV rodaban las escenas y las retransmitían a medio mundo. Ni Quentin Tarantino habría planificado un rodaje con tantos medios y todos pagados por el Estado, o sea nosotros los contribuyentes. Diez años ha tardado el sistema de Administración de Justicia en desmontar pieza a pieza la gigantesca mentira que ocupó las primeras páginas e imágenes de todo medio de comunicación. Así se culminaba la batalla de una guerra que Sinesio Delgado, Ruperto Chapi, Federico Chueca y un centenar de ilustres compositores y dramaturgos comenzaría al tener la revolucionaria idea de proteger los derechos de autor y la propiedad intelectual, creando la Sociedad de Autores en 1899. Es decir que la fiscalía y los jueces instructores, asumían las denuncias presentadas por la Asociación de Internautas, la Asociación de Victimas del Canon y un abogado catalán para acabar 120 años más tarde con la emancipación de los autores ante el acoso de empresarios, editores y, como no, el zafarrancho de medios afines a los intereses económicos de los primeros. La Audiencia Nacional en cuatro sentencias magníficas y técnicamente impecables desenmascaró la injusticia que se venía tejiendo por más de un siglo. Solo queda preguntarnos, ¿dónde esta el castigo para las falsas denuncias?, ¿dónde esta el ‘mea culpa’ de todos esos medios que compraron sin reparo alguno unas denuncias pulverizadas por los tribunales? Ahora, 10 años más tarde, yo sé dónde esta la Justicia, pero sigo buscando, con la lámpara de Diógenes, la ética de los inquisidores y la deontología de los periodistas.
No quiero terminar sin agradecer a todos los que en este muro personal, han ido depositando, día tras día, palabras de aliento, lealtad y fe en nuestra integridad, mensajes valientes de denuncia contra los verdaderos impulsores de esta ordalía, gracias, porqué vuestra dimensión humana nos hace a todos mejores. Cuídense.

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