Conocen la anécdota de don Paco del Castillo, director que fue de la sucursal del Banco Vizcaya de La Laguna? Cuando venían los inspectores de Riesgos de Madrid y revisaban la lista de morosos se dirigían a don Paco, preguntando la razón de los atrasos. El director, mirándolos de reojo, ya había preparado su respuesta: “Don Francisco, don Francisco”, decía el godo, “¿y este señor por qué no paga?”. A lo que el veterano bancario respondía al atribulado peninsular: “¿Por qué va a ser? Porque no tiene dinero”. Esta respuesta, cargada de lógica, me imagino que la estará recibiendo hoy una legión de inspectores enviados desde Madrid a una Canarias empobrecida. Unas islas en las que los fondos buitre, llenos de avaricia, se están haciendo con la propiedad de cientos y cientos de inmuebles, arrebatados a sus dueños por los bancos y vendidos a esos fondos a precios de saldo. Cuando los fondos buitre enajenen esas propiedades se harán más ricos a costa del pobre inversor canario, que se ha pasado más de media vida trabajando para que un banco le quite lo que no ha podido pagar y se lo revenda a los negros avechuchos que revolotean en el cielo isleño. En la primera crisis de los setenta-ochenta, el Santander, que había sido el banco “amigo”, se hizo con un montón de hoteles y locales comerciales en Canarias, esperó a que mejoraran los tiempos y los revendió a un nuevo precio de oro. De la amistad de las entidades bancarias guárdame un cachorro; hay excepciones de gente comprensiva, tolerante y dialogante. Otras tiran por la calle de en medio. ¿Y este por qué no paga? Pues porque no tiene dinero, coño, porque no hay quien aguante dos crisis seguidas, la de 2008 y la del Covid-19 de 2020. Es imposible cuando se vive de un turismo que no viene.