Se ha originado un debate en los Estados Unidos, concretamente entre los actores de Hollywood, sobre si es bueno o no ducharse todos los días. Yo sabía que en Hollywood había mucho jediondo, pero no hasta la altura de producirse un debate sobre un hecho tan elemental. Mientras ellos se sumergen en el citado dilema, aquí en España no se ha podido inscribir la asociación compuesta por los abducidos por los extraterrestres. El primer abducido que yo conocí fue Paco Padrón Hernández, Pacolín, que fue introducido en una nave espacial en Los Abrigos, sometido a observación médica y devuelto más tarde a la playa, tras pasear unas horas por el espacio sideral. O al menos eso contaba él. Yo me considero un escéptico, aunque por supuesto creo que existe vida en otros planetas y que cualquier día se nos plantan aquí, como los talibanes se plantaron en Kabul. Pero lo de la ducha, sustituida con cremas y con toallitas perfumadas, que nada tiene que ver con la asociación de abducidos, a mí me parece una marranada y ya no miraré con los mismos ojos a Jennifer Aniston ni a la madre que la parió. La gente tiende a idealizar mundos que no son ideales, sino todo lo contrario, y cuando uno se topa con la cruda realidad se desilusiona no poco. ¿Se imaginan ustedes a Scarlette Johanson, por poner un ejemplo, con sebo rendija? A mí se me caería el mundo encima. Porque uno tiene también sus mitos eróticos y los mitos eróticos tienen que ducharse todos los días para no convertirse en materia grasienta o en sacos de mierda, y ustedes perdonen. O sea, que ducharse todos los días, que es una práctica común en la gente normal, no sólo no quita la pátina grasienta de protección, sino que la elimina, como es lo deseable. Y a lavarse esas greñas, que a algunos se les convierten en grelos.