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Ana, una madre tinerfeña que buscaba empleo, cumple su sueño tras contar su historia

Realizó en DIARIO DE AVISOS un llamamiento desesperado tras quedar en paro y ahora ha conseguido trabajo gracias a la Fundación HiperDino
Imagen de Ana, que quiere preservar su identidad. Sergio Méndez

El pasado mes de junio, DIARIO DE AVISOS se hacía eco del llamamiento desesperado de Ana, una joven de 33 años, de Santa Cruz de Tenerife, que se acababa de quedar sin trabajo, y que aseguraba que a partir de agosto no iba a poder pagar el alquiler del piso en el que vivía con sus dos hijos, de cinco y 13 años.

Una historia que caló no solo en la redacción, sino que hubo mucha gente, a través de las redes sociales, que reaccionó a la historia de esta chica que estaba pasándolo mal. Su reportaje fue muy compartido. Un gesto de generosidad por parte de la población, que leyó su historia y que empatizó con ella.

En esa entrevista contaba que estaba desesperada, que había tocado todas las puertas pidiendo ayuda, y que los nervios y la ansiedad por encontrar un nuevo empleo no la dejaban apenas dormir.

“Necesito volver a ser yo. Me cuesta tener fe, pero necesito empezar a trabajar para tener un presente. Es duro. Sé que las cosas están mal, pero necesito, por mis hijos, tener estabilidad económica. Yo me considero buena madre. Mis hijos tienen estabilidad emocional y no quiero que les falte nada. Solo pido un sueldo digno que me permita salir de esta situación”, decía a este periódico en aquel momento.

LA LLAMADA DE LA FUNDACIÓN HIPERDINO

El día después de publicar su historia, la Fundación HiperDino se puso en contacto con ella y desde ese momento, su vida empezó a cambiar. Ana empezó a ver “algo más de luz” y empezó a salir de ese bucle en el que aseguraba encontrarse y del que no podía salir.

La llamaron y, además de ofrecerle comida, también le dieron una oportunidad laboral.

“Me hicieron una entrevista. En el departamento de Recursos Humanos vieron mi currículum, confiaron en mí, y ya he cumplido el mes de prueba. Tenía confianza. Sabía que, con el tiempo, me iba a ganar el puesto. Tenía necesidad, ganas e ilusión”.

Recordamos que Ana tenía experiencia en supermercados y bares. Había trabajado de auxiliar administrativo, cuidando niños y limpiando. Había sido monitora de tiempo libre en distintos colegios y comedores. Lleva desde los 16 años trabajando. Además, había estado encadenando trabajos temporales en los últimos meses, sobre todo, cubriendo vacaciones y bajas. No le quedaban ahorros e iba a empezar a cobrar el paro. Una ayuda de tan solo 225 euros durante tres meses. Una cantidad de dinero con la que no podía hacer frente a la totalidad del alquiler, pues pagaba 500 euros al mes, más los gastos de agua y luz. Una situación que le quitaba, literalmente, el sueño.

LAS AYUDAS PEDIDAS

En su momento explicaba que en marzo había acudido a los Servicios Sociales, en Santa Cruz, y que había pedido ayuda para alimentos. También, las ayudas al alquiler y la luz que da el Ayuntamiento a personas en esta situación, sin recursos. Unas ayudas que le permitían pagar cuatro mensualidades del piso y cuatro recibos de la luz, pero en ese momento aún no le habían llegado. Además, en abril también había solicitado la ayuda del Gobierno de Canarias para hacer frente al alquiler, pero comentaba que no sabía nada, que aún no se había resuelto. Además, le habían denegado el Ingreso Mínimo Vital porque en 2019, cuando aún vivía con su pareja, no estaba en una situación de vulnerabilidad y este era uno de los requisitos.

Por todas estas circunstancias, Ana decía que “no tenía suerte y que no terminaba de salirle nada”. No confiaba en que su situación pudiera mejorar tal y como ha pasado.
Ana nos contaba su historia y se le saltaban las lágrimas. Se notaba que lo estaba pasando realmente mal y que, como decía, necesitaba una ayuda de forma urgente.

“Ojalá alguien me escuche y me ofrezca un trabajo digno. Solo pido eso, porque hay gente que me ha ofrecido hasta servicios sexuales a cambio de dinero”, relataba Ana.

Además, contaba que no había tenido una vida fácil y que no tenía familia a la que acudir para pedir ayuda.

Nos contó que se había criado con una tía, que era pensionista, y que con lo que cobraba, no podía ayudarle económicamente, solo emocionalmente. La llamaba de vez en cuando, pero no podía pedirle dinero.

EL CAMBIO DE VIDA

Ana sonríe y su tono de voz es totalmente distinto. La vida le ha cambiado completamente. Esta joven de 33 años ahora trabaja en dos superficies de esta cadena de supermercados. Concretamente en la sección de frutería y panadería. Está cubriendo las vacaciones de otros compañeros, pero le encantaría continuar en la empresa y no preocuparse más por “quedarse en la calle”.

Ana relata que “el comienzo no fue nada fácil”, porque llevaba ocho años sin trabajar en un supermercado, y porque tenía que aprender y ponerse al mismo nivel que sus compañeros, pero que finalmente lo ha conseguido y que ahora está “muy contenta”.

A finales de octubre se le termina el contrato y le encantaría seguir trabajando. Reconoce que “ahora mismo ningún trabajo te da una seguridad al cien por cien”, pero que esto le daría más estabilidad y tranquilidad.

Por suerte, ahora mismo dice que está “tranquila económicamente”. Puede pagar el piso y no tiene “un pie fuera, en la calle”, tal y como pensó que se vería hace unos meses.

Mientras trabaja sigue haciendo frente a las deudas que le dejó su exmarido. Unas deudas, contaba en junio, que las había contraído durante el matrimonio. Contaba que cuando su expareja se fue de casa le había dejado en una situación muy vulnerable y que se había llevado el coche, que estaba a nombre de ella y que no pagaba. Con el poco dinero que tenía, tuvo que comprar uno de segunda mano, para poder ir a trabajar.

UN CONTRATIEMPO

Nos cuenta, además, que su expareja se ha desvinculado del niño. “No lo llama, no lo ve, y tampoco paga su manutención, aunque yo estoy encantada de tener a mi hijo todos los días conmigo. Ahora no voy a gastar ni tiempo ni energía en eso. Intenta hacerme daño, pero lo que no entiende es que a quien realmente se lo hace es al niño. Por suerte, ahora mismo, el dinero no me preocupa y tengo para darle de comer a mi niño. Eso no es problema. Lo que no le da es amor ni cariño. Cuando pueda acudiré a donde tengo que acudir, a los tribunales, y confío en que la justicia haga lo que tenga que hacer”.

Cuenta que esta es una de las razones por las que ha tenido que pedir ayuda a algunos amigos para que se hicieran cargo de los niños en verano, para ella poder trabajar.

Niños a los que por fin ha podido darles algún que otro capricho este verano. En junio contaba que quería llevarlos a merendar, pero que ni se lo podía plantear. Pues bien, Ana ha podido llevarlos a comer y los ha llevado al sur de la Isla, a la playa. Ha podido disfrutar con ellos y de ellos como hacía mucho tiempo que no hacía por falta de recursos. También cuenta que le ha podido dar dinero a su hija para que se comprara un libro porque “le encanta la lectura”. Dice emocionada, que estas cosas le hacen sentir “mejor madre”. (Se emociona y se le corta la voz al decirlo).

SU SUEÑO

Manifiesta que está muy agradecida a DIARIO DE AVISOS y a HiperDino, que no tiene palabras para ello, y que ahora mismo solo quiere “seguir trabajando” y que la empresa siga confiando en ella.

Su sueño sería, dice, que le diesen “un puesto más estable para no tener más incertidumbre y no volver a pasar por la misma situación”.

Hace apenas dos meses, Ana aseguraba que no sabía “qué presente iba a tener, y mucho menos, qué futuro”. Ahora mismo, esta joven chicharrera mira y camina hacia adelante con algo más de optimismo. Ve la vida de otra manera y se le nota en su cara, en sus gestos y en su voz.

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