Se ha convertido en una aventura alquilar un coche en las islas. Con la caída del turismo, las empresas del sector vendieron sus stocks, muchos en países extranjeros, y ahora los fabricantes no dan avío a la demanda de esas mismas empresas. Los coches de alquiler son absolutamente necesarios en el sector servicios. Los turistas prefieren recorrer las islas por su cuenta, visitando los lugares que tienen mayor interés para ellos de manera individual, al margen de las excursiones programadas por los tour operadores, mucho más convencionales. En islas como Lanzarote y Fuerteventura es impensable que un turista no alquile un coche. Pero resulta que vas a las páginas web y no existen automóviles disponibles. Aquí empieza un problema, porque si el turismo vuelve –que parece que sí— desea un buen servicio y el mejor es un vehículo que le pueda trasladar a cualquier parte de las islas. Con la pandemia y el terrible descenso de visitantes, las empresas del sector se deshicieron de sus flotas, muchas de ellas en su totalidad, para poder subsistir. Algunas malvendieron sus vehículos, aunque en general consiguieron estabilizar sus balances por este procedimiento. Hubo demanda de compra por parte de mercantiles que se dedican a la venta de coches de segunda mano, que han realizado una inversión notable en publicidad, con buenos resultados en general. Además, se abarató el mercado de la compraventa de coches, ya que muchos de los vehículos de alquiler estaban semi nuevos y los últimos compradores pudieron adquirirlos en condiciones ventajosas. Hicieron su agosto las financieras; o sea, los bancos. Los bancos generalmente siempre hacen su agosto y si no miren los resultados de sus cuentas. En fin, tenemos un problema. Si la recuperación del turismo es gradual, puede que se resuelva, pero si de aquí a diciembre los hoteles canarios se vuelven a llenar, los turistas no dispondrán de flota de automóviles de alquiler.