El informe del diputado del común sobre las residencias de ancianos clama al cielo. Suciedad, sarna, porquería, desatención. ¿Pero qué nos está pasando? Que no se atreva el presidente del Gobierno de Canarias a echarles la culpa a “los otros”. Da igual. Aquí existe un problema y hay que solucionarlo. Los ancianos merecen una vida digna y cómoda, porque Canarias no debería tener vocación de país tercermundista, por mucha falta de formación que tenga el grueso de la sociedad. Si Coalición Canaria, en sus largos años de desidia, no fue capaz de resolver un problema social acuciante, que lo haga el actual Gobierno de coalición. Pero el asunto no se va a solucionar con un cruce de acusaciones. La sanidad en las Islas ha caído en picado. Se está desmantelando el Hospital Universitario de Canarias, en beneficio de otros centros. Lo sabe todo el mundo. Se ha abandonado la atención pública a los ancianos en algunos establecimientos socio sanitarios. No hay control, no ejercen suficientes inspectores. He visto fotografías vergonzosas de algunas instalaciones. Mejor será pensar, incluso de forma egoísta, que un día podemos ser los inquilinos de esos centros. ¿Nos gustaría habitarlos en las condiciones actuales? Pero el asunto no se soluciona con la polémica en la prensa, con el habitual cruce de insultos, con la diatriba por la diatriba. Pagamos muchos impuestos y necesitamos que esos impuestos reviertan en la sociedad. Menos cuchipandas, menos asesores que no sirven para nada, menos mamandurria y más eficacia en el gasto público y en la comodidad de quienes ya no pueden valerse por sí mismos, pero nos han dado la vida. Nuestra gente mayor no merece la desatención y la desidia, sino un final lo más cómodo posible. Hagan caso al diputado del común y no empiecen a echarse las culpas unos a otros porque todos son responsables, en menor o mayor medida. Mentecatos.