conversaciones en los limoneros

Olga Cabrera Darias, directora del hotel Urban Anaga: “Nuestros clientes podrán comprobar el aire que van a respirar desde sus móviles”

El Urban tiene 50 habitaciones de distinto tipo y fue uno de los dos únicos establecimientos de Santa Cruz que le hicieron frente a la pandemia, con todas las medidas de seguridad posibles
Olga Cabrera Darias, en Los Limoneros FRAN PALLERO

Olga Estrella Cabrera Darias (Santa Cruz, 1973) es chicharrera de nacimiento, pero ella se considera gomera ejerciente. Dirige el hotel Urban Anaga, que Olga reformó como arquitecta y tardó ocho meses en crear una obra de arte. Se trata de un hotel con tecnología novedosa y experimental, como luego contaremos. Olga estudió primero aparejador, en la Escuela de La Laguna, y posteriormente, en la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid, cursó los estudios de arquitectura. El Urban tiene 50 habitaciones de distinto tipo y fue uno de los dos únicos establecimientos de Santa Cruz que le hicieron frente a la pandemia, con todas las medidas de seguridad posibles. Habla de una revitalización turística y ocupacional de Santa Cruz para los próximos meses y, con entusiasmo, de la labor de los hoteles de ciudad: “En Santa Cruz han proliferado, yo cuento cinco nuevos y, la verdad, me parece fantástico porque aportan calidad alojativa y ocio, que son dos cualidades esenciales en el mundo de la hostelería. Olga superó una grave enfermedad y se enfrenta a la vida con un optimismo envidiable y con una confianza ciega en su familia, a la que adora. “Sin mi familia no hubiera podido llegar a ninguna parte”, me dice. En su hotel funcionan una vermutería (la de Pablo Megolla y sus socios) y un restaurante japonés, el Kiki, que ya está en el top de los de su clase en Santa Cruz. Pronto será abierta una boutique que dirigirá Pilar Báez y que intenta traer lo último de la moda a un nuevo espacio en la ciudad.
-¿Estamos ya en la post pandemia?
“Con cuidado, que a lo mejor tenemos que convivir con ella mucho tiempo. Pero ya se ve la luz al final del túnel”.
-¿Qué ha ocurrido en la ciudad? Parece un sueño.
“Tú lo has visto, una catástrofe. Pero algunos hemos resistido y tendremos nuestra recompensa”.
-Empezaste como promotora de restaurantes y luego seguiste como hotelera. Pero realmente eres arquitecta.
“Todo eso es verdad, incluso mis comienzos como propietaria de restaurantes mexicanos. Ya sabes que a los gomeros nos gusta mucho una ranchera. Todavía me quedan tres restaurantes en explotación, que supongo que ahora empezarán a funcionar mejor, superada esta mala hora”.
-¿Tienes una idea marcada como empresaria? Quizá he hecho mal la pregunta. ¿Cuál es el secreto del éxito en tu sector?
“No lo sé, no creo que haya secretos, aunque tengo algunas premisas propias. No desfallecer, trabajar mucho; mostrarte como eres, ¿para qué fingir?; sacar a la luz cosas nuevas, renovarte; y a mí personalmente me encanta compartir con el cliente las cosas agradables de mi trabajo, si el cliente me deja”.
-Vives en el hotel y vives el hotel.
“Es que yo conozco el edificio desde el principio, un viejo inmueble que empecé a restaurar y que antes había estado abandonado mucho tiempo. Por eso le puse tanto cariño, porque el hotel Anaga era una institución para Santa Cruz. Cuando lo compró la familia Plasencia me dediqué en cuerpo y alma a ponerlo en marcha”.
-¿La arquitectura la has abandonado?
“No, en realidad, yo la ejerzo todos los días trayendo ideas novedosas a mi trabajo. Trabajé un tiempo en el colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, conozco bien lo que es la gestión y me encanta mi profesión”.
-En tu hotel funcionan muy bien otros servicios, muy cercanos a la hostelería en sí.
“Sí, tenemos la vermutería y el restaurante japonés, que están muy altos en consideración. Nuestra terraza es la de moda en la ciudad y Pablo Megolla, que es un crack, la regenta de maravilla”,
-Ya lo entrevisté aquí. Me parece un buen tío y un gran profesional.
“Yo hacia él no puedo sentir otra cosa que cariño. Cuando estaba enferma y apenas podía valerme por mí misma tocaron a mi puerta y cuando abrí me encontré una enorme cesta con todo lo que a mí me gusta comer. ¿Cómo pago eso? Y no fue lo único. La verdad, disfruto de buenos amigos, pero Pablo es muy especial, por su propia forma de ser, por su generosidad”.
-Sólo cerraste el hotel de marzo a mayo, en plena brutal pandemia. Otros siguen cerrados.
“Lo nuestro pareció más un acto de valentía que otra cosa. Santa Cruz no podía quedarse sin un lugar donde la gente que viniera pudiera alojarse. Hicimos un gran esfuerzo”.


(A ver si se acuerda de esto la Consejería de Turismo, a efectos de una recompensa. Sólo Colón Rambla y el Urban Anaga aguantaron. Cerró incluso el emblemático Mencey, todos se acobardaron –quizá con razón—ante la pandemia. Pero el hotel que dirige Olga aguantó y aguantó pasándolas canutas. Me dice que la inversión que ha hecho en el establecimiento ronda los tres millones de euros y que aún tiene otros proyectos que voy a intentar sacarle).

-Cuéntame sobre tus incursiones en nuevas tecnologías.
“Hemos iniciado una colaboración con la empresa francesa C2S Santé, que es especialista en sistemas de filtración de aire, reconocida en toda Europa. Su eficacia es contrastable las 24 horas desde cualquier smartphone”.


-A ver.
“Seremos el primer hotel de España en estar equipado con una novedosa tecnología denominada Pure R9”.


-¿Y eso qué ventajas tiene?
“Pues nada más y nada menos que nuestros clientes podrán comprobar la calidad del aire del hotel en todo momento, desde una aplicación que podrán descargar a su llegada. Todo surgió de una idea de mi hermano, César Cabrera, que hace ya 20 años, en su época de estudiante, fue pionero a la hora de estudiar el filtrado del aire que respiraban los astronautas. Y esa idea se ha desarrollado”.


-Oye, Olga, a ti los momentos difíciles parece que te ponen, ¿no?
“Te diré que me considero en el mejor momento profesional de mi vida. Y, efectivamente, los momentos difíciles me aportan fortaleza. Y también ver que la gente que me quiere intenta ayudarme; ello refuerza mi carácter y te vienen con más fuerza las ganas de hacer cosas”.


-¿Cómo son tus orígenes familiares?
“Te contesto diciendo que no hace falta proceder de una familia rica para triunfar en la vida. A menos carga patrimonial familiar, mayor inventiva”.


(Me había respondido algo así como “ni soy tan joven para que me tomen el pelo, ni tan mayor para que no me lo tomen”, pero me dijo luego que cambiara la respuesta porque algo similar lo había respondido en otra entrevista en no sé dónde. Pero esta frase tampoco quedaba mal, así que dejo constancia de ello, aunque lo pongo entre los paréntesis que configuran el espacio donde guardo las cosas de cosecha propia. También me comenta, aunque ya lo indiqué al principio, que “aunque haya nacido en santa Cruz de Tenerife, soy gomera y me siento gomera, porque en La Gomera viví una etapa muy bonita de mi vida, quizá la mejor”).

-Un pajarito me ha dicho que eres una gran deportista.
“Te engañó, es verdad que hago deporte, pero no es verdad que sea una gran deportista”.
-Vale, ¿qué deporte?
“Boxeo, acabo de instalar en nuestro pequeño gimnasio una pera y un saco de entrenamiento. Y ya los estoy usando, así que me vienen muy bien y espero que a nuestros huéspedes también”.
-Y, además, creo que incluyes un nuevo tipo de masajes.
“Sí, que están rompiendo en todo el mundo. Damos masajes con aceites que se extraen de derivados del cannabis y que tienen efectos curativos ya demostrados”.
-Con todas esas actividades, aunque no seas tú la masajista, ni la restauradora, ni nada de eso, ¿te da tiempo de ser directora del Urban Anaga, Olga?
“He tenido que fichar a un manager, porque es verdad, no me da tiempo de todo con tanta actividad. Pero yo siempre estoy ahí, atendiendo a los clientes, hablando con ellos procurando que se sientan bien. Ojalá que esta especie de sueño siga y convierta en realidad una idea novedosa de la hostelería”.


Bueno, estamos en Los Limoneros, el día siguiente de su apertura tras las vacaciones. Olga siempre sonríe, incluso en medio de las dificultades, según indican sus amigos. Y otra cualidad suya es que pocas veces da un paso atrás. Se ha propuesto la superación personal en la vida y cumple esta premisa con una exactitud prusiana. Bueno, según dicen los prusianos eran marciales y exactos, así que ahí lo dejo.

TE PUEDE INTERESAR