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Papa Francisco: “Me gustaría que se me recordara como lo que soy, un pecador que trata de hacer el bien”

DIARIO DE AVISOS reproduce la única entrevista concedida por Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, hasta el momento a una radio española y la primera que el pontífice argentino realiza tras ser intervenido el pasado mes de julio de una estenosis diverticular de colon
papa Francisco
El Papa Francisco. EFE

El 1 de septiembre Carlos Herrera estrenó desde Roma una “temporada especial” en su programa Herrera en COPE entrevistando en exclusiva al Papa Francisco, un logro del que muy pocos profesionales de la comunicación pueden presumir. “No todos los días se habla con un Papa”, le dijo a sus oyentes. Durante casi una hora y media (una hora y 13 minutos para ser exactos), Francisco contestó a todas las preguntas que le realizó el comunicador, incluso las más personales, de forma distendida y con un marcado acento argentino que se niega a perder, aunque por momentos se le escapen algunas palabras y expresiones en italiano o latín. El Jefe de Estado del Vaticano recibió al periodista de la COPE en la sala biblioteca de la Residencia de la Casa Santa Marta, donde vive. DIARIO DE AVISOS reproduce la única entrevista concedida por Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, hasta el momento a una radio española y la primera que el pontífice argentino realiza tras ser intervenido el pasado mes de julio de una estenosis diverticular de colon.


-Cuando se pone en duda la salud del Papa son muchos los que insisten en el viejo argumento de la renuncia…
“Si, incluso me dijeron que la semana pasada estuvo de moda eso. Eva (Fernández, la corresponsal de Cope en Roma y Ciudad del Vaticano) me lo dijo y yo le contesté que no tenía idea porque leo un solo diario, el de Roma. Lo leo rápido y punto, no entro en el juego. Televisión no veo. Y recibo, sí, el informe más o menos de las noticias del día, pero de eso me enteré mucho después, que había una cosa de que yo renunciaba. Siempre que un Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave”.


-¿Cómo vivió el confinamiento?
“Primero aguantándome a mí mismo, una ciencia que tengo que terminar de aprender. Uno a veces es caprichoso y quiere que las cosas salgan en automático. Después empecé a retomar las cosas de a poco y hoy estoy llevando una vida normal”.


-Aunque la meta de su próximo viaje es Eslovaquia, muchos estarán pendientes de su encuentro con el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, con el que no comparte muchos puntos de su Gobierno, como el cierre de fronteras. ¿Qué le gustaría decirle si se encontrara con él a solas?
“No sé si lo haré. Yo no voy a Budapest, voy al centro de congresos y hay un salón donde me reuniré con los obispos y las autoridades. Una de las cosas que yo tengo es no andar con libreto. Cuando estoy delante de una persona la miro a los ojos y dejo que salgan las cosas, así que ni se me ocurre qué le voy a decir en el caso de tenerlo delante. Son una serie de futuribles que a mí no me ayudan. Me gusta lo concreto, los futuribles te enredan, te hacen mal”.


-¿Se ha dejado a su suerte Afganistán después de muchos años de ocupación militar? ¿El Vaticano puede mover hilos diplomáticos para que no haya represalias contra la población?
“Sí, y, de hecho, estoy seguro de que el secretario de estado lo está haciendo porque su nivel diplomático y el de su equipo es muy alto. El cardenal Parolin es el mejor diplomático que he conocido, es un hombre que suma, de acuerdos y estoy seguro que está ofreciéndose. Es verdad que vivimos en un mundo de guerras, pero esta es muy especial, tiene otro significado, así que voy a pedir lo que pide la iglesia en momentos de crisis: más oración y ayuno. Y respecto a una ocupación que después se deja, recordé otros hechos históricos, pero me tocó una cosa que dijo la canciller Merkel en Moscú el pasado día 20: “Es necesario poner fin a la política irresponsable de intervenir desde fuera y de construir en otros países la democracia ignorando las tradiciones de los pueblos”. Lapidaria. Creo que esto dice mucho, que cada uno lo interprete, pero ahí me sentí con una sabiduría delante de lo que dijo esta mujer”.


-¿El hecho de que Occidente renuncie, lo desalienta o es el camino adecuado? ¿Cree que hay que dejarlos a su suerte?
“Son tres cosas distintas. El hecho de renunciar es lícito. El eco que tuvo en mí es otra cosa. Y tercero, yo diría el modo cómo renunciar, cómo se negocia una salida. Por lo que se ve aquí, parece, no quiero juzgar, es que no se tuvieron en cuenta todas las eventualidades. Hubo mucho engaño o ingenuidad de las nuevas autoridades. Yo aquí vería el modo”.


-En marzo de 2022 se cumplen nueve años de su pontificado. ¿Se encuentra satisfecho de los cambios emprendidos o le queda algo pendiente?
“Lo que hice en principio es procurar poner en marcha lo que los cardenales dijimos en las reuniones precónclaves para el próximo Papa y creo que quedan cosas por hacer todavía. Estoy obedeciendo a lo que se marcó en aquel momento. Quizás algunos no se daban cuenta de lo que estaban diciendo o pensaban que no eran tan graves, pero algunos temas provocan escozor. No hay una originalidad mía. Mi proyecto de trabajo Evangelii Gaudium es una cosa que traté de resumir sobre lo que los cardenales dijimos en ese momento”.


-Uno de los últimos terremotos en el Vaticano es el macroproceso por corrupción en el que está imputado el Cardenal Becciu. ¿De qué manera la corrupción puede ser evitable en el Vaticano?
“Hay que poner todos los medios. Pero es una historia vieja, una enfermedad en la que se recae. Creo que hoy en día se ha progresado en la consolidación de la justicia del Estado Vaticano. Desde hace tres años se fue avanzando de tal manera que fuera más independiente con los medios técnicos, incluso declaración de testigos grabados, nombramiento de jueces nuevos, y esto fue llevando adelante la cosa. La estructura ayudó a enfrentar esta situación que parecía que no iba a existir nunca y todo empezó con dos denuncias de personas que trabajan en el Vaticano y que en sus funciones vieron una irregularidad, hicieron la denuncia y me preguntaron qué se hace. Les dije que si querían ir adelante debían presentarlo al fiscal. Era un poco desafiante la cosa, pero eran dos personas de bien, estaban un poco acobardadas y para darles ánimo les metí mi firma, para decir este es el camino, no le tengo miedo a la transparencia y a la verdad. A veces duele y mucho, pero la verdad es lo que nos hace libres. Ahora que de aquí a algunos años aparezca otro…”.


-¿Qué teme más, que Becciu sea declarado culpable o inocente, habida cuenta que usted dio permiso para llevarlo a juicio?
“Él va a juicio según la legislación vaticana. Yo quiero, de todo corazón, que sea inocente. Además, es un colaborador mío, que me ayudó mucho y es una persona a la que le tengo cierta estima, o sea que mi deseo es que salga bien. Es una manera afectiva de la presunción de inocencia, pero, además, tengo ganas de que salga bien. Pero la justicia es la que va a decidir”.


-¿Sigue soñando con una Iglesia distinta a la de ahora?
“Si ve que desde el principio se empezó a poner en marcha lo que dijeron los cardenales en el precónclave hasta ahora, la reforma está andando paso a paso y bien. El primer documento que marca la línea tratando de reasumir lo de los cardenales es el Evangelii Gaudium en el que hay un problema que quisiera señalar, que es el de la predicación, someter a los fieles a largas clases de filosofía, teología o moralismo. Por eso pido una reforma seria sobre la predicación. Y respecto a la constitución apostólica Praedicate Evangelium, en la que se está trabajando, no va a tener nada de nuevo. Quizás algunos detalles o algunos dicasterios que se juntan. Ya está anunciado. Algunos me preguntan ¿Cuándo saldrá la Constitución Apostólica de la reforma de la Iglesia, para ver la novedad? No va a haber nada nuevo, salvo pequeñas cositas de ajuste”.


-¿Los obispos de todos los países están haciendo los deberes que usted les mandó para que dejen de existir pederastas en las filas de la Iglesia?
“Antes de contestar quiero rendir homenaje a un hombre que empezó a hablar de esto con coraje, el cardenal O’Malley. A él le tocó arreglar este problema en Boston y no fue nada fácil. Se han dado pasos muy claros, la Comisión de Defensa de Menores, que fue invención suya hoy día está funcionando. Es clave en esto las estadísticas que di a los periodistas en la conferencia de presidentes de conferencias episcopales y el discurso final que di al finalizar la misa en ese encuentro, en el que le eché la culpa al diablo como incitador de esto. Se la eché cuando hablé de la pedopornografía. Dije que abusar de un chico para filmar un acto pornográfico no se explica sin la presencia del demonio. Creo que las cosas se están haciendo bien. De hecho, se ha progresado y cada vez se progresa más, pero es un problema mundial y grave. Me pregunto cómo ciertos gobiernos permiten la pedopornografía. Y no digan que no se sabe, porque hoy en día con los servicios de inteligencia se sabe todo. Para mí esta es de las cosas más monstruosas que he visto”.


-Hay quienes dicen que el Vaticano no debería renovar el acuerdo con China porque pone en peligro su autoridad moral. ¿Hay mucha gente que le quiere marcar el camino al Papa?
“Yo también cuando era laico raso y cura me encantaba marcarle camino al obispo. Yo diría que es una tentación hasta lícita si se hace con buena voluntad. Lo de China no es fácil, pero soy un convencido de que no se debe renunciar al diálogo. Te pueden engañar, te puedes equivocar, pero el diálogo es el camino. La cerrazón no lo es. Lo que se ha logrado hasta ahora en China es dialogar, alguna cosa concreta de nuevos obispos, lentamente, pero también son pasos que pueden ser cuestionables en los resultados para un lado y para otro. Hoy día de alguna manera tenemos que seguir el camino del diálogo, pasito a pasito, en las situaciones más conflictivas”.

-En España se han producido algunas fracturas con el referéndum de Cataluña. Usted ha dicho que el soberanismo es una exageración que siempre acaba mal. ¿Qué actitud tenemos que adoptar ante un planteamiento de ruptura?
“En la historia hubo casos de independencia como el Kosovo y toda esa zona que se está rehaciendo. Son hechos históricos que están caracterizados por una serie de particularidades. En el caso de España son los españoles los que tienen que juzgar. Para mí, lo más clave en cualquier país que tiene este tipo de problemas es preguntarse si se han reconciliado con su propia historia. Yo no sé si España está totalmente reconciliada con su propia historia, sobre todo la historia del siglo pasado. Y, si no lo está, creo que tiene que hacerlo, lo cual no quiere decir claudicar de las posturas propias, sino entrar en un proceso de diálogo y de reconciliación, y, sobre todo, huir de las ideologías, que son las que impiden cualquier proceso de reconciliación y, además, destruyen. Unidad nacional es una expresión fascinante, es verdad, pero nunca se valorará sin la reconciliación básica de los pueblos. Y en esto, cualquier Gobierno, sea del signo que sea, tiene que hacerse cargo y ver cómo llevan adelante la historia como hermanos y no como enemigos o al menos con ese inconsciente deshonesto que me hace juzgar a otro como enemigo histórico”.


-¿Qué postura tomamos ante la inmigración? ¿Qué pasa cuando el número que pide acogida supera las posibilidades de un país? ¿No debe haber fronteras?
“Delante de los migrantes, cuatro actitudes: acoger, proteger, promover e integrar. Voy a la última. Si uno acoge y los deja ahí sueltos en casa y no los integra son un peligro, porque se sienten extraños. Piense usted en la tragedia de Zaventem, en Bélgica. Quienes hicieron esa tragedia de terrorismo eran belgas, hijos de inmigrantes no integrados, guetizados. Yo tengo que lograr que el migrante se integre y para eso no solo hay que acogerlos, sino protegerlos y promoverlos y educarlos. Segundo, los países tienen que ser honestos consigo mismos y analizar cuántos inmigrantes pueden aceptar para, en base a ello, emprender el diálogo entre las naciones. Hoy día, el problema migratorio no lo resuelve un país solo y es importante dialogar. Y después, también es una realidad el invierno demográfico. Italia tiene pueblos casi vacíos. La migración es una ayuda en la medida que se cumplan estos pasos”.


-¿Se acabó aquella época de dolor de cabeza por las palabras que se le iban de más o que le atribuían y que tenían consecuencias con cosas que usted no contaba?
“El peligro siempre está. Una palabra puede ser interpretada de un lado y de otro. Yo no sé de donde salió la semana pasada que iba a presentar mi renuncia. No sé qué palabras habrán tomado. De mi patria salió la noticia y dicen que fue un revuelo y a mí ni se me pasó por la cabeza. Delante de interpretaciones que nacen un poco distorsionadas de una palabra mía me callo la boca, porque aclarar es peor”.


-A veces lo han calificado como el Papa ‘pop’ o ‘superstar’ y a usted no le gustan esas calificaciones. ¿Cómo le gustaría que se lo recordara?
“Como lo que soy, un pecador que trata de hacer el bien”.

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