en la frontera

¿Quiénes son los talibanes?

Para entender, más o menos, lo que está pasando estos días: la legítima defensa del mundo libre ante el azote terrorista y las apelaciones a la yihad -guerra santa- de una serie de traidores al Islam, es menester luchar contra los movimientos islámicos radicales y no cometer la torpeza de identificar a la mayoría del mundo islámico con los grupos más extremistas, ni confundir los choques de intereses con los choques de civilizaciones. Y, los talibán, en este sentido, se enmarcan en una orientación claramente radical terrorista. Los talibán, de Ahmed Rashid, es un libro publicado por Península, que ve la luz precisamente este año y que tiene la singularidad de haber sido escrito por un periodista paquistaní que ha informado sobre Afganistán desde 1979 y que ofrece, me parece, algunas claves interesantes para entender quienes son los talibán, el más extremista movimiento islámico en el mundo de hoy. Es sabido que en Irán, en pleno apogeo de Jomeini, se impuso una dura revolución islámica como consecuencia de la corrupción del Sha y su alianza con EE.UU. Pues bien, en Afganistán, dónde nadie ha puesto en duda el carácter islámico del Estado, sea quien sea el gobernante, los talibán, enemigos de los chiítas, llegaron a dominar el país gracias a la ayuda de los EE.UU. Hoy, sin embargo, declaran sin más la yihad en toda regla al país más poderoso del planeta y presumen de dar cobertura al terrorista más buscado del mundo, Osama Bin Laden. En este contexto, Ahmed Rashid escribe en su documentado libro de 375 páginas traducido al castellano por Jordi Fibla, que cuando aparecieron los talibán en 1994, Afganistán se encontraba en una situación de destrucción y devastación indescriptible, dividida en feudos presididos por señores de la guerra que habían luchado, cambiado de bando y configurado alianzas en una serie asombrosa de traiciones y derramamiento de sangre. Por eso, como señala Rashid, nada tiene de extraño que cientos de miles de afganos buscasen refugio en el vecino Pakistán, donde florecieron centenares de “madrasas” (escuelas islámicas). Según Rashid, es en Pakistán y en este caldo de cultivo, dónde viene al mundo el movimiento talibán, que es integrado por estudiantes de numerosas madrasas situadas al otro lado de la frontera, en su mayoría de la etnia pasthun. Poco a poco, con la evidente colaboración de los servicios de inteligencia pakistaníes fueron apoderándose gradualmente de poblados vecinos dónde eran recibidos poco menos que como libertadores. Su programa de acción consistía en restaurar la paz, desarmar a la población, reforzar la ley islámica (sharía) y defender la integridad del carácter islámico de Afganistán. Curiosamente, como resulta que los demás muyahidines habían declarado la yihad a los soviéticos, se instalaron en un ambiente de pillaje, corrupción y guerra, los talibán se erigieron en los defensores de la purificación. Sin embargo, y esto es muy relevante, parece que por su juventud -eran estudiantes- y escasa preparación al desconocer la historia del país, otorgaron al Corán, que no parecía que conocieran muy a fondo, un valor político idílico que los llevó, ni más ni menos, que a intentar la restauración de la sociedad existente en los tiempos de Mahoma. ¡Casi nada! Allí por donde iban liberando poblaciones afganas, cuenta Rashid, imponían su extrema interpretación de la ley islámica: cerraron las escuelas de niñas y prohibieron todo tipo de diversiones, desde música, radio, televisión y vídeo, hasta la mayor parte de los juegos deportivos. Y, por supuesto, obligaron a las mujeres a vivir encerradas en casa.

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