superconfidencial

Septiembre

Inevitablemente, llegó septiembre. Agosto no fue un mes normal, porque Afganistán se encargó de recordarnos que el mundo está loco. Aquí en España, septiembre nos traerá las pollabobadas de siempre: el feminismo ramplón, placas de calles emborronadas, discusiones bizantinas, propuestas abracadabrantes, política internacional errática y, en resumen, a un país emborronado en el mapa. Me reafirmo en la postura de hablar de política lo menos posible, aunque muchas veces no tenga otro remedio. Si yo fuera como González Pons, es decir, parlamentario europeo, o sea, rico, estaría buscando un caserón en la Canarias vaciada para instalar una biblioteca y mis recuerdos inútiles, pero como soy más pobre que las ratas me voy a conformar con lo que he vivido, que ha sido bastante, y con lo que me queda, que se me antoja más bien poco, pero que será vivido con cierta dignidad. Una editorial me invita a Madrid, a verla nacer, lo que agradezco y acepto, y veremos lo que nos depara septiembre, que suele ser un mes de reflexión para la guerra de verborrea y de disparate que siempre nos trae el otoño en este país irredento. ¿Y la pandemia? Parece que remite aunque me da que tendremos que vivir siempre con ella, más o menos latosa, pero duradera. Ahora el problema nacional es si los títulos universitarios se conceden en nombre del rey o no. ¿Y a mí qué coño me importa? Yo tengo uno de Franco y varios del rey, en un curioso baile de personalidades. Pero todos valen lo mismo; o nada. El mundo se destruye y aquí pensamos en quién tiene que otorgar los títulos universitarios. Somos un pueblo muy práctico en el que lo importante es quién concede el título y no quien copia la tesis. Maravillosa práctica que habla muy bien de nuestro nivel intelectual. Llegó septiembre, miren ustedes. Que lo disfruten.

TE PUEDE INTERESAR