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Vaya semana que llevo

Llevo una semana en la que no me falta sino la carta negra de la Agencia Tributaria; y tengo una madera agarrada a la mano para que no se cumpla eso. Pongo un canal de televisión y aparece la devastación que origina el volcán de Cumbre Vieja. Pongo otro y pierde el Real Madrid en el Bernabéu ante un equipo inserto en el nomenclátor de las películas del Oeste: El Sheriff, que debuta en Champions y vapulea al Irreal Madrid. Sintonizo otro canal y gana el Atlético al Milan, sobre la bocina, y de penalti. No ha jugado el Barça en el momento en que escribo, pero seguro que gana, para terminar de joderme la semana. Parece cosa de otro mundo; algunas veces deseo estar de viaje, con toda mi alma, a pesar de haberle dado la espalda a mis habituales giras para instalarme en la vida monacal y aburrida que me ofrecen mi casa y mi pueblo. Para acabar de joderla, el papa argentino le pide perdón ¡a López Obrador! por los crímenes cometidos por los conquistadores españoles en México. Yo no sabía que el jefe de la Iglesia Católica tenía encomendada alguna representación del Estado español, pero digo yo que los papas no son ajenos, en la historia, al rebaneo de gaznates y a la exterminación masiva de infieles; y si no que se lo pregunten directamente a los hijos de Mahoma. Que pida perdón por esos crímenes en vez de meterse en camisas de once varas. Con razón vaticinó el profeta Malaquías que estamos en el final de la Iglesia Católica, aunque ya desde que nací -y “reinaba” entonces Pío XII- están diciendo que el siguiente sería el último papa. En fin, como les digo, una semana puñetera; y me temo lo peor, porque para mí todavía es miércoles y para ustedes jueves, así que igual pasa algo más. Porque cuando algo empieza mal acaba peor.

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