tribuna

Cerrando capítulos: pleito universitario; mi verdad

Por José Carlos Alberto Bethencourt

Hace unos días escuché en televisión a un amigo decir que se arrepentía de haber ido a la manifestación de la Universidad porque era lógico que Las Palmas tuviera su Universidad, es decir, que se equivocó de manifestación. Esta mañana he asistido a la inauguración del curso en la Universidad de La Laguna. Después de eso me siento obligado por primera y última vez en más de treinta años a dar mi versión del pleito universitario, porque hay una tendencia actual, en muchos temas, a crear una verdad irreal o falsa de lo que fueron las cosas y si nadie la rebate ahí se queda. En aquel tiempo actuamos en contra de la injerencia del poder político en la autonomía Universitaria con una Ley sin pies ni cabeza, que todavía creo está en vigor, y en defensa de la planificación universitaria para toda Canarias con un proyecto de enseñanza superior, que acertado o no, pretendía que la Universidad llegara a todas las islas a través de distintos campus, sin perder una unidad de planificación, por acuerdos, de lo que hoy, se quejan los rectores de las dos universidades públicas. Difícilmente se podía defender que en Las Palmas no hubiera Universidad, pues en ese momento existían la Universidad Politécnica de Las Palmas, especialidad que ha triunfado en muchas partes del mundo (con un decreto se hubiera cambiado el nombre); la Universidad de La Laguna, con sus centros en Las Palmas; la UNED, y la Universidad Pérez Galdós. Es decir, no había una, sino cuatro y, además, un proyecto pactado para consolidar las enseñanzas universitarias sin traumas ni manipulaciones populistas, en medio de un proceso de renovación universitaria a nivel nacional en marcha, que aconsejaba, prudencia.


Tomé posesión como rector de la ULL un viernes, en presencia del Presidente del Gobierno don Jerónimo Saavedra, y el lunes siguiente a las nueve de la mañana estaba en Las Palmas. Me reuní con el presidente del Cabildo don Carmelo Artiles, (q.e.p.d.); con el alcalde don Juan Rodríguez Doreste (q.e.p.d. y especial mención a su cordialidad y gran criterio); con el presidente de la Caja Insular, don Juan Francisco García González, y cené con una serie de personalidades ligadas a la Fundación de La Universidad de Las Palmas (lo que Jerónimo Saavedra llamaría “el laspalmismo profundo”), en una reunión que duró hasta la madrugada. Todas estas reuniones en compañía del vicerrector de la ULL en Las Palmas, don Manuel Lobo Cabrera. De aquellas y sucesivos encuentros se consolidó nuestro programa en Las Palmas. El Vicerrectorado se consolidaba como centro de gastos y su presupuesto estaría en la Caja Insular (descentralizado). Se consolidaría como Facultad las enseñanzas de Empresariales. Se crearían nuevos centros como la Facultad de Veterinaria (uno de los centros hoy de mayor prestigio de la Universidad de Las Palmas), especial atención al CUL, Colegio Universitario, donde se procedería a su integración en la Universidad de La Laguna, pues si no, por razones legales nacionales, se tendría que cerrar. Así se hizo, para salvarlo, y en cuanto a su futuro parecía razonable esperar a terminar el proyecto de reformas de enseñanza, en marcha a nivel nacional, que hablaba de enseñanzas por ciclos para analizar cómo completar las enseñanzas que en él se impartían. Todos esos compromisos se cumplieron por parte de todas las administraciones implicadas: Secretaria de Estado de Universidades, Gobierno Canario, Cabildo de Gran Canaria y Universidad de La Laguna. Había paz y proyecto.
¿Y entonces? Cambió el Gobierno. Una coalición entre las AIC (Agrupaciones Independientes de Canaria), el CDS, y no recuerdo si algún otro partido forman un nuevo gobierno regional. Muy pronto su consejero de Educación en una visita a Las Palmas, en sede de un periódico local, destapa la caja de los truenos, Universidad Completa en Las Palmas ¿Por qué no? Llama la atención que un experto en gestión universitaria introduzca un término tan poco universitario como “completa” y que por su filiación política introduzca un debate que solo tendría justificación si era para situarse electoralmente en Las Palmas, ya que hay que descartar cualquier motivo para crear problemas universitarios. Se pone pues encima de la mesa un debate que la comunidad universitaria lagunera acepta y comienza a preparar su estrategia para el análisis y discusión que supone se va a producir en una comisión que profundice y analice soluciones universitarias para Canarias de una forma rigurosa y con la Ley de Reforma Universitaria nacional y con el exitoso Plan Universitario de Canarias encima de la mesa, orientada a una mejor planificación e inversión que beneficie a Canarias en su conjunto.


Nos equivocamos, las cosas no iban por ahí. La siguiente noticia que tenemos son miles de ciudadanos de Las Palmas en la calle pidiendo “Universidad completa ya”, se queman delante del CUL, folios con membrete de la Universidad de La Laguna, peticiones de “persona non grata” en el Cabildo…vamos lo que hoy se llamaría “un procés universitario”, algo parecido a lo que debió ser la solicitud de la división provincial.


Por nuestro lado, el equipo de gobierno que yo presidía toma las medidas siguientes: 1. No tomar ninguna decisión que no haya sido aprobada en órganos de gobierno Claustro y Junta de Gobierno, después del oportuno debate. 2. Nombrar un equipo jurídico del más alto nivel y de todas las tendencias que asesoren los pasos a seguir. 3. Considerando que se ha iniciado un movimiento popular en Las Palmas, el tema escapa al ámbito exclusivamente universitario y debe trasladarse a la sociedad. Se crea un comité, de representación de la sociedad en todos sus niveles, político, intelectual, periodístico.


Por parte del Gobierno canario, sin esa comisión de estudio ni nada parecido, sigue su camino y aprueba en Consejo de Gobierno una propuesta de Ley que llama De reorganización Universitaria para trasladar al Parlamento. En esa sesión dimite el consejero de Educación, no sabemos si por “misión cumplida” o como se trata de vender, por no estar de acuerdo. Y otra extrañeza, en el Parlamento canario se aprueba la ley sin el apoyo del partido del consejero que inició la Ley.


La citada Ley es, según nuestros juristas, claramente inconstitucional, sobre todo en el punto de ataque a la autonomía Universitaria, al tratar de obligar a la Universidad a admitir a profesores en su claustro a dedo del gobierno, sin oposición y sin concurso público y por atentar gravemente al patrimonio de la ULL. Nuestros asesores están muy familiarizados con los comportamiento y decisiones del tribunal Constitucional, entre otras cosas porque algunos han formado parte de él. Además, la Ley tiene otros errores que vulnera legislaciones superiores con la organización de los departamentos, doctorados, errores territoriales… La vía judicial llegó al Tribunal constitucional, ya que la Audiencia planteó una “cuestión de inconstitucionalidad”, en todos los decretos de ejecución del Gobierno Autónomo. Unos días antes del fallo, el presidente del Tribunal Constitucional recibió en audiencia al presidente del Gobierno de Canarias y al presidente del Parlamento de Canarias, eran “parte en el pleito”, que solicitaban rapidez en el fallo. Efectivamente se aceleró y en el sentido de considerar a la ley constitucional.


Una vez que la Ley fue aprobada por el Parlamento canario, el Gobierno de Canarias, sin esperar al Constitucional, nombró nuevo consejero y puso en marcha los decretos que obligaban a cumplir la Ley, todos recurridos. En ese momento, al considerar que yo no sabía cómo aplicarla, dimití. Con lo cual, algunos descansaron, y yo también.


En el aspecto social, la comisión se movió inteligentemente apoyando las propuestas de los órganos de gobierno y movilizando a la sociedad tinerfeña en favor de una solución racional del pleito universitario que no engendrara sentimientos de división. A nivel social, los planteamientos desde Las Palmas fueron de “secesión y divorcio”, palabras que se utilizaron en el claustro.


Por mi lado y el de mi equipo de Gobierno, no se tomó ninguna decisión que no fuera aprobada en Junta de Gobierno y Claustro. Me dirigí al presidente del Gobierno canario (no contestó), me dirigí al delegado del Gobierno y al subdelegado y hablamos. Me dirigí al presidente del Gobierno nacional, Sr. González, ese sí contestó. Informé en Comisión en el Parlamento Nacional, no así en el Parlamento canario, que no nos citó. He de decir que algunos no estaban de acuerdo con lo que se estaba haciendo, pero…


En todo el pleito universitario, nadie de la Universidad de La Laguna dijo “Universidad en Las Palmas no”. Si dijo, “no a la división universitaria” y exigía un estudio y planificación universitaria de Canarias, lo que nunca se ha hecho, pero sí tengo mis sospechas de cuándo se hará.


Esta es mi verdad sobre el Pleito Universitario. Supongo que no es la única, habrá otras, pero todas son respetables si se hicieron por el bien común y no de unos cuantos. Mi único objetivo es dejar constancia de porqué algunos pedíamos otra cosa, y está muy lejos de querer revivir debates…hace más de 30 años y no vale la pena. La realidad actual es otra, dos universidades públicas, centros en varias islas, instituciones privadas de enseñanza superior, algunas con dudoso título de Universidad, y sobre esa hay que proyectar el futuro de una enseñanza mejor y una investigación competitiva, cosa que no ocurre hoy. Esto es responsabilidad del Estado, del Gobierno de Canarias, de la Sociedad Civil y de la comunidad universitaria canaria, que supongo tendrá algo que decir, y hay mucho que debatir.

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