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Cuidado con las informaciones

Que sigan jugando pseudo científicos y plumillas con la improbable sismicidad en Tenerife, con un posible tsunami y con todas esas zarandajas para que vean cuánto tardamos en volvernos a quedar sin turismo. Que sigan haciendo sesudos estudios de colapso en las comunicaciones insulares si un volcán hiciera erupción en Tenerife para que vean cómo se quedará vacía la Isla de visitantes. Que sigan poniendo el parche antes de una herida en edad geológica para que vean qué pronto nos quedamos solos. Los planes que se hagan de riesgo tienen que ser discretos, rigurosos y no basados en absurdas hipótesis de tesis de universidades cuyos redactores jamás han estado aquí, ni han estudiado las especificidades geológicas de las Islas Canarias y sus diferencias. Lo de La Palma, doloroso, es un fenómeno que no tiene necesariamente que darse en otras Islas de Canarias, aunque es bueno contar con planes, estar preparados y prevenir; pero sin exagerar. Ahora todo el mundo es un vulcanólogo en potencia y estamos poniendo a Canarias en el catálogo mundial de desgracias, lo cual para una región que vive del sector servicios, y fundamentalmente del turismo, es una peligrosa apuesta. Dejen al Teide quieto y no digan más disparates, que ya está bien, y hagan caso a los científicos de verdad y no a los agoreros que dicen que La Palma va a destruir Nueva York y Miami. Claro que si cae un meteorito, como ocurrió hace millones de año, y mató a los dinosaurios, no se haría realidad el famoso y breve cuento de Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. No jueguen con lo futurible, no hagan cábalas y estense quietos. Ya tenemos bastante con lo de La Palma, que ha sido noticia mundial, para jugar a zahoríes de la Tierra. Cuando el covid, cada plumilla analfabeto era un epidemiólogo; ahora, cada ágrafo es un vulcanólogo. Estense callados, machangos. Y sean responsables.

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