Irse del Opus es malo. La venganza de la Secta es terrible. Te echan del trabajo, te hacen la vida imposible y los largos tentáculos de la organización te impiden volver a encontrar un reducto de tranquilidad en donde organizar tu vida. Lo contaba Jesús Infante en su libro “La santa mafia”, que fue secuestrado al poco tiempo de salir. Lo mismo ocurría con la ETA. Ya saben lo que le pasó a Yoyes cuando se atrevió a reflexionar sobre el lugar de barbaridad donde había estado metida y decidió abandonarlo para vivir una vida normal, esa a la que tienen derecho todos los ciudadanos que sueñan con un mundo pacífico. Mis viejos amigos comunistas dicen que cuando eran detenidos, lo peor venía después, al ser interrogados por sus compañeros, con torturas sofisticadas, para ver si habían cantado. En esos ambientes no hay nada peor que ser un renegado. Con perdón de las feministas reproduzco unos versos del Martín Fierro, aquellos que dicen: “Cuando la mula recula, señal que quiere cosiar. Ansí se suele portar, aunque ella lo disimula, recula como la mula la mujer para olvidar”. A veces uno se mete en berenjenales de los que es difícil salir porque se expone a las coces de los que abandona cuando se atreva a hacerlo. Recientemente los socialistas han celebrado un Congreso para decidir regresar al centro que representa las posiciones moderadas de la socialdemocracia, esa idea renovadora que tanto contribuyó a la construcción de Europa y de nuestro sistema constitucional, incluyendo el Estado de las Autonomías. Esto parece que ha irritado a sus compañeros de viaje, y, por otra parte, ha servido para demostrar que no eran para toda la vida, que ese arrumbamiento al frentismo obedecía a un hecho coyuntural que acabaría más pronto que tarde. Nadie se va a la cama para siempre con quien no le va a dejar dormir tranquilo. La vida es otra cosa, especialmente en política, donde haces partícipe de la incomodidad a todos los que te rodean.
Las reacciones han surgido en cascada, lo que hace pensar que se trata de una estrategia calculada. Otegi ha dejado caer, como quien no quiere la cosa, que tiene un acuerdo para cambiar presos por presupuestos. Si lo había, lo ha destripado con el anuncio; y si no lo había, ha hecho todo lo posible para romper las relaciones. En el fondo, lo único que está pidiendo es que le den el mismo trato que a los catalanes. Esto no parece implicar a Podemos, pero no olvidemos que Iglesias fue el muñidor encargado de traerse al redil a Bildu, con Otegi incluido, y a ERC, cuando visitó a Junqueras en la cárcel de Lledoners. A este volcán le han salido varias bocas, igual que en Cumbre Vieja. Rufián ha cantado a favor de los derechos del diputado Rodríguez; Echenique, Montero y Belarra han arremetido contra los miembros del Tribunal Supremo, y han forzado a que Meritxel Batet esté a punto de desobedecer lo que, negro sobre blanco, viene en una sentencia y en su posterior aclaración. El episodio ha terminado de la forma más disparatada posible: Podemos ha presentado una querella contra la presidenta del parlamento por prevaricación. Poco recorrido va a tener si lo que se pone en manos de los jueces es el hecho de acatar y ejecutar sus resoluciones. Yolanda exige que las negociaciones de la famosa reforma laboral, que figura de manera preferente en los pactos de Gobierno, es un asunto de su estricta competencia. Sus compañeros continúan demandando una intervención dura contra las eléctricas, a sabiendas de que esto no será admitido por Europa, y lo que es más grave, pone de los nervios al PNV, entre otras porque la sede de Iberdrola está en Bilbao. Nunca había estado tan seriamente comprometido un pacto que, cada vez que se habla de él, se dice que goza de buena salud. Es preferible confesar que se tiene una mala salud de hierro, apuntalada por pastillas, que seguir intentando mantener a flote una barca llena de agujeros que hace agua por todas partes. Encima, ahora no cuenta con la magia de Iván Redondo para fabricarse un relato capaz de ocultar el desastre, y tapar ese boquete delatado por las encuestas (la de Tezanos no), por el que se escapan cientos de miles de votos sin que nadie lo pueda remediar. En medio de todo esto, el pacto para la renovación de los jueces, con la faz de un Bolaños dialogante y cercano, que es la imagen de la reposición del antiguo bipartidismo. No quiero aventurarme a hacer un pronóstico sobre lo que saldrá como resultado de estos pequeños terremotos. Son la demostración de que una erupción volcánica no es una situación recomendable. Siguiendo el ejemplo de los maravillosos palmeros, hay que esperar pacientemente a que termine, rogando porque los daños que produzca sean los mínimos posibles. Ya veremos. Todavía no es el tiempo de sacar a las vírgenes a las puertas de las iglesias.