Lo he escrito algunas veces. Ezequiel Perdigón, un palmero culto de la diáspora, compuso una preciosa canción que muchos palmeros han propuesto como himno de la Isla. Sus estrofas son limpias y llenas de nostalgia, porque la compuso lejos de su tierra. Residía en Madrid y era alto funcionario de un ministerio, si no recuerdo mal. Yo conocí a Ezequiel y sé todo el sentimiento que puso en esta canción, cuya primera estrofa dice: “Ese mar que me aleja de ti/ no consigue que pueda olvidar/que La Palma es la Isla mía/donde yo aprendí a soñar”. La melodía fue adoptada e interpretada por el grupo palmero Los Viejos y hasta fue grabada por Mike Kennedy, líder berlinés del grupo Los Bravos, que se enamoró de la Isla durante una estancia en ella, y también de esta canción. Nunca como ahora debe sonar esta melodía en los corazones de los canarios, que vemos llorar a esta tierra, para mí entrañable, que sufre la agresión natural de un volcán. Yo la he puesto constantemente estos días en mi altavoz de Google, que me trae lo que le pido, y reconozco que me he emocionado y que he recordado a su autor, que era un palmero de verdad a pesar de haber residido tanto tiempo fuera de la Isla. Hay varias versiones de la melodía en las redes, algunas muy buenas. Incluso el programa Tenderete, a quien este periódico también va a homenajear, se hace eco de ella en varias ediciones. “Yo quisiera volver a La Palma/revivir otra vez mi niñez/encontrar el calor de mi gente/aunque vuelva a marcharme después”. Son palabras mayores llevadas a una canción tan grata como evocadora, que quiero rescatar para ustedes y animarles a que la escuchen. Da igual que no sean palmeros, porque ahora todos somos palmeros y compartimos el sufrimiento de tanta gente.