Es de los pocos independentistas que quedan en estas Islas. Y por eso lo manifestó, en una reunión de amigos en la que nos bebimos algunas cervezas: esta es la bandera de nuestros padres, no la que se planta por ahí. La bandera de nuestros padres es la bandera que ellos han secuestrado. Se han apoderado de la parte de la historia que les interesa y de ese modo se manifiestan. En efecto, el gran Secundino Delgado y los nacionalistas/independentistas de entonces cumplieron con el precepto: lo que nos representa. Y colgó la bandera de las siete estrellas hace ya mucho tiempo, 1907, en las ventanas del Ateneo de La Laguna. Pero esa instancia del ser, bandera solo independentista, la bandera que sirve para imponerse con la independencia, no se atiene a la razón. Porque Secundino Delgado pensó, construyó y mostró, blanco, azul y amarillo con siete estrellas verdes en el centro, y los canarios (todos por mor de la tensión que como tales el corazón dicta, separatistas o no), los canarios respondieron: “esta” (no “esa”) es nuestra bandera. La bandera no es solo un símbolo del ser, eso que representa a la entidad como los mapas representan las superficies exactas de un país; la bandera se compromete con la esencia, la idealidad y la identidad a compartir, a agasajar y a mostrar, como se muestra en las ocasiones convenientes en todos los lugares del mundo. La bandera es la condición, la condición de pertenecer y de participar. Luego, la bandera de México tiene dueño y representa, los colores y la imagen central que la decora, el águila que engulle a la serpiente y que es el emblema cabal de lo que fueron, la señal divina para la construcción de Tenochtitlán por los aztecas. Eso es conforme: el ser en historia, incluso en la historia que no retiene lo que los formó, lo pre-americano. Y por eso ese objeto define y se reafirma en el precisar y comunicar. El compartir se muestra así. Concurre que, en efecto, los de esta parte del mundo contamos con una bandera oficial, el blanco, el azul y el amarillo con un escudo insignificante dentro. Y eso (concedo razón a mi amigo independentista) es un despropósito, como un despropósito es imponer una bandera en Cataluña distinta a la señera; un despropósito. La bandera carga tiempo, no el tejemaneje apañado que algunos privilegiados dejaron ver en su momento e impusieron lo que no venía a cuento imponer, una bandera que no nos pertenece. Canarias una, la bandera de las siete estrellas verdes.