superconfidencial

Muy difícil para el cronista

Creo que he contado alguna vez que lo difícil para un cronista no es escribir un artículo todos los días, como es mi caso, sino encontrar el tema adecuado. Y ahora, superada la absurda reiteración sanitaria informativa equivocada y parece que la propia pandemia del covid, ha estallado un volcán. Y se convierte, de nuevo, en el mono tema. ¿Estamos cumpliendo con la obligación de informar o estamos tan obsesionados que algunos parece que desean, incluso, que el volcán no detenga su vocación destructora inventándose tsunamis? No lo sé, no soy sicólogo. Soy periodista, un periodista aburrido por los años de profesión -51- y desilusionado por no haberme hecho definitivamente rico con el periodismo, que era mi primera opción juvenil. Moriré más pobre que una rata, pero quizá bastante a gusto por haber hecho lo que me ha dado la gana en esta vida. Esto último no tiene precio final, pero sí unos costos físicos y mentales muy notables. No habrá cuerpo humano que resista el volquete informativo de la narración obsesiva de los efectos pirotécnicos y económicos del volcán de Cumbre Vieja. La información es tan exhaustiva y tan constante, tan obsesiva, que pone los nervios de punta. A todo el mundo, a los habitantes de la isla afectada y a los lectores que intentan vivir su vida al margen del magma. Es muy difícil para el cronista separarse de estos efectos y emprender una tarea informativa más neutral y menos dañina para los nervios. Yo mismo llevo varios artículos tocando el tema, siquiera rodeándolo, pero en este instante me declaro extenuado por ello. No es misión de los medios de comunicación alentar el pesimismo, pero ¿estamos acertando en el método y en haber convertido a lo de Cumbre Vieja en un espectáculo de los hermanos Toste? Ustedes me dirán; yo creo que ya no tengo el totizo para ponerme trascendente.

TE PUEDE INTERESAR