Cuando una predicción está cantada, y es el caso, resulta perfectamente prescindible jugar la baza de la inspiración divina o sobrenatural; hay profecías que, inevitables, permiten anticiparse a hechos y consecuencias antes de que ocurran -con una seguridad aplastante, además-. El futuro, celoso de su intimidad, suele resistirse a la anticipación, no le va que lo desnuden en público, el qué dirán de lo que está por llegar. Normalmente no se deja contar, o sí. A su pesar, a veces las pistas son tan nítidas como incontestables las evidencias, poniéndoselo fácil a quienes profetizan esto, aquello, lo que te digo, ya verás, está cantado, llegarán las elecciones autonómicas y locales y, cumpliendo con la profecía, no habrá unidad nacionalista ni sucedáneo que se le parezca. Queda muchísimo por ver, y llover. Y sí, la política canaria es una ciencia tan inexacta como imprevisible, es cierto. La legislatura se adentra, claro que sí, en una jungla de desmarques, quiebros, cenas con o sin velas, conversaciones en la catedral, amores, complicidades, desamores y matrimonios de conveniencia que amanecen en camas diferentes. En los años luz que nos separan de 2023 (tan lejos, pero tan cerca) veremos cosas que no creeremos, las naves arderán más allá de Orión y una tormenta de rayos-C brillarán o se apagarán en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Con todo, no hay margen de error respecto a la profecía que anuncia caminos bien diferentes para Coalición y NC, vidas paralelas pero distantes, caminos distintos, agua y aceite, limón y sal, tú a Boston, yo a Nueva York, puede que juntos en Madrid, según, aquí no, en las Islas ni soñarlo, tú sabes, solo puede que quedar uno de los inmortales. La aritmética decretará quiénes gobernarán en Canarias después de las siguientes urnas, y con quienes. Sumas. Restas. Raíces cuadradas. Serán los números los que impongan su ley. Ahora bien, lo que tenga que ser lo será con los nacionalistas de acá viajando en vagones diferentes, a ratos juntos pero jamás revueltos, marcándose de cerca, vigilándose, cortando el césped del vecino para que no le crezca. La unidad nacionalista es, lisa y llanamente, imposible. No será. No merece la pena despilfarrar energías, horas o argumentos intentándolo, no será. Quizá en el futuro, pero en ningún caso en 2023 ni en la legislatura que abran las siguientes urnas. Otras profecías podrán cumplirse o no, ésta sí, se cumplirá, no habrá unidad en el nacionalismo canario, Coalición y NC no se fundirán en un solo cuerpo electoral; no hace falta tirar de inspiración divina o sobrenatural para concluir que no, no, y mil veces no.