
Una vez más, la muerte sigue siendo la principal noticia respecto a las aguas canarias, por mucho que, como es propio en esta catástrofe humanitaria, la información llegue a cuenta gotas por las circunstancias que rodean a un fenómeno, el de la llamada Ruta Canarias de las pateras, que tanto desagrada a las autoridades implicadas por lo poco y malo que dice de sus políticas humanitarias respecto a la inmigración irregular.
Esta vez, la tragedia ha corrido el peligro de pasar inadvertida si no fuera por la presencia de dos fuentes independientes que hoy alertaron sobre el hallazgo de otra barquilla con, al parecer, 14 cadáveres a bordo para un total de 34 ocupantes, de los que se sabía que ocho son mujeres y cuatro niños. Por sentido común, la menor resistencia física de los mismos hace temer que de entre ellos no sean pocos los que figuren en el capítulo de ahogados.
Respecto a las fuentes, una de ellas es una cuenta solidaria internacional llamada Alarm Phone de la que no caben dudas sobre si conoce del caso, habida cuenta que llevaba más de una semana indagando sobre esta patera, que zarpó 20 días de su rescate dede Dakhla (Sahara Occidental), y que al mediodía alertó sobre el trágico rescate llevado a cabo por la Marina de Marruecos a unos 500 kilómetros de Canarias, con el referido resultado de 14 fallecidos y 20 supervivientes. Respecto a la segunda, se trata de una activista relacionada con estos asuntos y que avisó desde un país europeo con los mismos datos horas antes del tuit publicado por Alarm Phone.
Además, otra ONG que opera desde los países de salida, Caminando Fronteras, ha confirmado tan dramática nueva esta misma tarde, ahondando en la posibilidad de que los fallecidos sean, sobre todo, las mujeres y los niños.
Que desde Marruecos no se tenga todavía una confirmación oficial de este naufragio no extraña a los especialistas consultados, y más al tratarse de una patera que salió desde el Sahara Occidental. Incluso, preocupa tanto el trato como el destino de los veinte supervivientes.
Sin embargo, llama la atención que la Marina del país vecino actuase en esta ocasión a instancias de las autoridades españolas, pese a ese riesgo evidente de represalias para los supervivientes. Sirva en su descarga que los equipos de Salvamento nacionales están saturados y claramente sobrepasados por la incesante salida de pateras y cayucos, pese a lo cual su labor es admirable por cuanto sus rescates se suceden igualmente por mucho que requieran de más medios, tanto humanos como materiales.
Lo cierto es que la situación en las aguas canarias sigue siendo espeluznante durante este mes de noviembre en que las calmas propias de estos meses y la actualidad política de los países involucrados (con serios problemas económicos comunes a cuenta de la pandemia a los que se suman los de cada uno) siguen alimentando estas estadísticas de la muerte.