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La señorita Rottenmeier

Cayetana Álvarez de Toledo, la diputada del PP, ex portavoz parlamentaria de este partido, llama -en su libro- a la diputada tinerfeña Ana Oramas, “señorita Rottenmeier compungida”. Lo hace a tenor de los debates del coronavirus de la primera ola. Cayetana afirma que Oramas parece la única dueña de todos los sentimientos, la única que tiene corazón. En resumen, creo que la brillante marquesa/diputada idiotiza las palabras de moderación de la menina (niña que, de adolescente, entraba en la Corte para servir a la nobleza). Oramas lleva tropecientos años en el Congreso, ha hecho una fortuna en sueldos y dietas y se ha creado un nombre, aunque últimamente no se le ve defender al rey emérito de los ataques furibundos a la monarquía por parte de la izquierdona. Yo no soy monárquico, ni soy nada, lo he dicho un montón de veces, pero el rey emérito merece mi consideración y mi respeto y no merecen mi consideración y mi respeto quienes lo están tratando como un delincuente -sin serlo-, porque ni siquiera la izquierdona en el poder ha podido demostrarle nada punible. Desde luego, si yo fuera él no volvería a esta mierda de país. Insisto sobre el libro de Álvarez de Toledo, que se está vendiendo muy bien en las librerías, por cierto. Está escrito con la prosa de una mujer muy culta, que da sopas con hondas a quienes intentan ridiculizarla en las tribunas. He reflexionado mucho sobre la España que retrata Cayetana en su libro y creo que tiene más razón que una santa. Concluyo que a veces el PP parece una casa de lenocinio y otras veces no, pero lo que le hicieron a esta mujer sus compañeros de partido no tiene nombre. Pretendieron arrebatarle su libertad y ella se negó; por eso la admiro. Aunque se haya convertido -de momento, porque todo cambia- en un verso suelto de la política española.

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