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Pedos a mil euros

Y pensar que los míos salen gratis. Stephanie Matto, una influencer que ejerce desde Australia, enfrasca sus pedos y los vende por Internet a 1.000 dólares. Les incorpora pétalos de rosas y otras olorosas fragancias para mantener por más tiempo su aroma. A eso se le llama ganarse la vida con el culo, pero no le sale gratis la cosa porque ha de consumir mucha proteína, lentejas, judías, garbanzas y huevos duros para dar consistencia y continuidad a la flatulencia. No, ya no me asusto por nada y estoy dispuesto a contar todo lo que me llega, que no es poco. Stephanie ha llegado a ganar 50.000 euros en una semana con el aroma de sus ventosidades cuando algunos se tienen que ganar la vida con otros sudores, como el de sus frentes. Ella ha descubierto un filón. Barriga llena, tres golpitos a la altura del estómago y a hacer caja con el frasco pegado al culo. Yo creo que este mundo se está volviendo loco y uno empieza a leer cosas desquiciantes, aunque ya digo que no me asombro de nada. Además, Stephanie ha encontrado posturas ideales para rellenar sus frascos con mayor productividad. Barajo mandarle azufre del volcán de Cumbre Vieja para que lo mezcle todo; igual mejora el producto. Ojalá que no le pase lo del chino que se olía los calcetines cada noche y agarró una infección pulmonar que casi lo lleva a la tumba, como he contado aquí también el otro día. Todos hemos hecho alguna vez concursos de pedos, pero eran pedos de aficionado, como de misa, y totalmente gratuitos. Estos no, estos son profesionales y remunerados, incluso cotizados al alza en el mercado. La influencer está tan contenta ella, haciéndose rica con el metano. El cuerpo y la imaginación humanos son una caja de sorpresas, pero cualquiera se le acerca a la tal Stephanie o se sube con ella a un avión de Binter.

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