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Se jugaron la vida

He visto en las redes el video de dos guardias civiles del cuartel de Canfranc, Huesca, que se jugaron la vida para rescatar a un perro, Shiro, que se cayó a un lago helado de un campo de golf cercano a Jaca. La Guardia Civil es para mí un cuerpo admirado, respetado y querido, por muchos motivos. Están sus mandos y sus agentes acostumbrados a servir a los demás y no sólo a las personas. Todavía recuerdo el acto de heroísmo del entonces joven sargento Fran (hoy capitán de Información de Tenerife) y de otro compañero, en El Hierro, cuando salvaron a una señora extranjera de morir en su casa, arrasada por una riada. Se jugaron literalmente la vida y fueron condecorados por ello. Ahora, en Huesca, el cabo Jerome y el guardia Abraham, de 28 y 41 años respectivamente, no dudaron en desnudarse y lanzarse a un lago helado, con gravísimo peligro para ellos, y rescatar con vida al perrito Shiro, que paseaba con su dueña y se precipitó a las aguas heladas del embalse. Estaba a punto de sucumbir el animalito cuando llegaron los agentes de la Benemérita, que se tiraron al agua y, con esfuerzo, pudieron sacar al extenuado perro, al que abrigaron con sus propios uniformes que ellos tuvieron que utilizar también para secarse y no entrar en hipotermia. Alguien recogió el momento con un teléfono móvil y la hazaña ha llegado a todo el mundo. Los agentes han recibido felicitaciones de España y del extranjero y, por supuesto, el agradecimiento eterno de la dueña del can. Así es la Guardia Civil. Siempre así. Y todavía hay quien los insulta en el propio Congreso de los Diputados. Los de los insultos son personas sin valores, sin categoría moral, que no merecen sentarse en la sede de la soberanía popular y del poder legislativo. Un dedo de un guardia civil vale más que todos ellos juntos.

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