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Otra crisis de los misiles

Una nueva crisis de los misiles, como aquella de Kennedy y Nikita Kruschev, podría producirse en Latinoamérica. El general Manuel Cristopher Figuera, que dirigió el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) venezolano y que ahora colabora con los Estados Unidos, ha advertido sobre dos bases camufladas rusas en territorio de Venezuela, una en Valencia (estado de Carabobo) y otra en Manzanares (estado Miranda). Los rusos han amenazado, por medio de altos funcionarios, de la posibilidad inminente de instalar bases de misiles en la Venezuela de Maduro, en la Nicaragua de Ortega y en la Cuba de Díaz-Canet (o sea, de los herederos de Castro). Y se sabe que el sistema de misiles S-300 que compró Chávez a Putin ha sido reparado y reinstalado, porque estaba abandonado gracias a la desidia tradicional del país, cuyos militares son más aficionados al Buchanam de 18 años procedente de sus bien nutridos economatos que a mantener operativos sus sistemas de defensa (en este caso, de ataque). Los rusos pretenden presionar a los Estados Unidos, para conseguir que la OTAN y Europa no interfieran en sus asuntos expansionistas. Europa fue sangrada y destrozada por la brutal sinrazón de la Alemania de Hitler y ahora Putin parece querer recordar aquellas gravísimas actitudes con su apoyo decidido a varias dictaduras de países que pertenecieron a la antigua URSS. Rusia -y también China- han vuelto a ser amenazadas para el mundo libre y más sabiendo que mantienen una alianza que les hace casi invencibles. Sólo intereses económicos pueden evitar lo peor, pero quienes avisan de que la tercera guerra mundial está en marcha no tienen más que hacer un seguimiento de la pandemia del covid, un virus probablemente de laboratorio. Para no desviarme del tema, las bases rusas en Venezuela, Nicaragua y Cuba, de confirmarse su existencia, nos devuelven al tiempo de la guerra fría. Unos años muy peligrosos para la seguridad de Occidente.

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