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Santiago Pérez: “La obstrucción del PP sobre los órganos constitucionales tiene una connotación protogolpista”

Santiago Pérez edita un nuevo libro, El “constitucionalismo” de las derechas en tiempos de pandemia, que, al igual que los anteriores, ha publicado de la mano del Centro de la Cultura Popular Canaria
Santiago Pérez. DA
Santiago Pérez. DA

Santiago Pérez edita un nuevo libro, El “constitucionalismo” de las derechas en tiempos de pandemia, que, al igual que los anteriores, ha publicado de la mano del Centro de la Cultura Popular Canaria. Se trata de un compendio de artículos fundamentalmente escritos en los años 2020 y 2021 (publicados en DIARIO DE AVISOS y Canarias Ahora), que en conjunto constituyen una profunda reflexión sobre la verdadera ideología de las derechas contemporáneas en España. Al tiempo que es una lección de constitucionalismo, por parte de uno de los más destacados expertos españoles en la materia, jurista y profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de La Laguna durante 30 años.


Sin embargo, este libro es mucho más, es el resultado de la experiencia de un corredor de fondo de la política, político de raza, con ancladas convicciones de izquierdas y con una amplísima trayectoria institucional en el Senado y en el Parlamento de Canarias, y de manera especial en el Ayuntamiento de La Laguna y en el Cabildo de Tenerife, tanto en tareas de gobierno, ostentando cargos de relevancia, como en la oposición, donde se mantuvo durante 32 años, lo que lo convierte en una rara avis en el mundo de la política española. Con Santiago Pérez hemos hablado largamente sobre su libro y la actualidad política.


-¿Cuál es el nexo común del conjunto de artículos que ha incluido en este libro?
“El análisis sobre cómo los sectores conservadores de la sociedad española viven con incomodidad la democracia. Y esto no es nuevo, lamentablemente esto no es nuevo. Es lo que se llamó en la época de la Segunda República “accidentalismo democrático de la derecha”, que consiste en aceptar la democracia mientras gobiernan. Y si no gobiernan, tratan de recuperar el poder al precio que sea, incluso al de destruir la democracia”.


-Aunque los artículos fueron escritos ‘en tiempos de pandemia’, es decir en 2020 y 2021, ha incluido algunos de años anteriores, desde el 2010, ¿con qué objetivo?
“Los artículos que se incluyen de etapas anteriores tienen una doble finalidad: la primera poner de manifiesto que los síntomas de lo que ahora ha aflorado con toda radicalidad en tiempos de pandemia, se venían anunciando desde hace mucho. Y, además, que ese marco conceptual del análisis de esta última etapa de la evolución de la derecha española ya lo venía aplicando desde que aparecieron estos mismos síntomas hace una década, que a día de hoy son verdaderamente alarmantes”.


-¿Cómo definiría el concepto de ‘constitucionalismo’ de las derechas españolas en estos años?
“No ha habido golpe de Estado ni destrucción de ningún orden democrático constitucional o republicano, a lo largo de la historia, que no se haya perpetrado invocando la defensa de la Constitución. Creo que lo que está intentando la derecha política, en nombre de los intereses económicos, culturales y sociales que representan, es apropiarse de la Constitución, usarla como bandera. Manipularla como hacen con las enseñas y los símbolos que son comunes a toda la ciudadanía española. Y desde una idea de la Constitución de 1978 muy sesgada, prácticamente reducida a considerar que lo que se hizo fue establecer la Monarquía, o restablecerla, y garantizar la unidad de España. Y a invocar exclusivamente determinadas libertades públicas, muy relacionadas con la libertad de empresa y la economía de mercado, que aisladamente consideradas nos llevan a la libertad de una selva en la que el grande se come al chico”.


-Usted ha sido un firme defensor de la Constitución del 78…
“El pacto que hizo posible la Constitución intentó encauzar los grandes asuntos que atormentaron la convivencia de nuestro país durante los últimos siglos. Primero, el dilema libertad/autoritarismo; el segundo, el de la unidad de España y la pluralidad territorial y cultural de la sociedad española; el otro, el dilema entre monarquía y república, porque en la mentalidad de buena parte de los españoles la monarquía se ha asociado siempre al autoritarismo y la república a la libertad y a la democracia. Y, finalmente, pero muy importante, el del Estado Social para la corrección de las graves desigualdades que han desgarrado a la sociedad española a lo largo del tiempo y que han imposibilitado una convivencia en libertad, pacífica y democrática. Pero cuando la derecha habla de la Constitución la identifica exclusivamente con la defensa de la monarquía y la defensa de la unidad de España para intentar apropiarse de ella como un símbolo”.


-¿Qué es lo que, según su parecer, hace a las derechas españolas hoy más peligrosas que las de otros países europeos?
“Creo que la derecha española tiene una querencia autoritaria, los sectores conservadores de la sociedad española a lo largo del tiempo se han acostumbrado a monopolizar el poder y a utilizarlo con toda la contundencia para asegurar y mantener un orden social que históricamente se caracterizó por gravísimas desigualdades e injusticias sociales. Esto es lo que hace que la derecha española tenga prácticamente en su genética política una querencia al autoritarismo que en otros países del mundo occidental no son tan acentuados. Y esto es lo que la hace más peligrosa desde el punto de vista de la estabilidad, del desarrollo y de la preservación de la convivencia democrática”.


-¿Considera que España corre verdadero riesgo de una involución a un sistema antidemocrático?
“Si no se estuviera produciendo esta evolución de la derecha española al margen de un contexto internacional en el que da la impresión de que la democracia y los sistemas sustentados en el respeto a las libertades públicas y la soberanía popular están en decadencia, aflorando dictaduras por doquier, desde la Rusia de Putin al Brasil de Bolsonaro, la Venezuela del chavismo, las monarquías petroleras o las Polonia y Hungría actuales, no me preocuparía tanto. Lo que me preocupa es que la derecha española está recuperando su querencia autoritaria en un contexto internacional muy preocupante desde el punto de vista de los ideales de la democracia”.


-¿Qué le parece la utilización y el rédito electoral que le ha sacado la derecha española a la palabra libertad?
“En el mundo actual hay una versión sesgada y ultraconservadora del legado del liberalismo. Este contiene una afirmación de las libertades públicas esenciales, pero también una dimensión progresista, la defensa de la dignidad igual de todos los seres humanos, que entronca con tradiciones que luego asumió el socialismo democrático, que es también heredero de la mejor aportación del liberalismo político y de la gran aportación de la ideología y de la experiencia histórica del movimiento obrero y de sus organizaciones representativas. Por tanto, la apropiación y manipulación que hace la derecha internacional, de forma muy coordinada, de la herencia del liberalismo es bastante parecida a lo que hace la derecha española con la Constitución y su legado”.


-¿Qué opina de la situación de la monarquía hoy? A la luz de todos los escándalos conocidos, ¿no habría que regular mucho más a la institución y a sus miembros?
“El restablecimiento de la monarquía en su forma de monarquía parlamentaria es uno de los ingredientes esenciales del acuerdo constitucional. Creo que en estos momentos el dilema en nuestro país no es monarquía/república, sino entre neoliberalismo (ley de la selva)/Estado social y entre democracia o autoritarismo. Creo que la izquierda debe hacer honor al pacto constitucional y respetar la monarquía parlamentaria. Otra cosa es que la experiencia de todos estos años y algunos aspectos de la regulación constitucional de la monarquía hayan facilitado comportamientos del rey Juan Carlos que han hecho un daño terrible a la propia institución monárquica. Es evidente que su regulación constitucional requiere mejoras que tengan que ver con el estatuto jurídico del jefe del Estado. Porque la monarquía, más que ninguna otra Institución, no solo debe actuar de conformidad con la Constitución, sino intachablemente desde el punto de vista moral, como dice el actual monarca, que está pasando un auténtico calvario como consecuencia de las andanzas de su predecesor”.


-¿Es ‘democrático’ que un partido pueda mantener bloqueada la renovación de un órgano tan fundamental como el CGPJ?
“Lo que está haciendo el PP, que ya forma parte de su libro de estilo, es quebrantando el orden constitucional. No soy capaz de decir que los graves acontecimientos ocurridos en Cataluña a finales de la década pasada, cuyas secuelas todavía estamos sufriendo hoy, en particular la sociedad catalana, sean más graves constitucionalmente que el bloqueo y la quiebra del orden constitucional que está practicando el PP desde los despachos. Es la diferencia que en otro plano ocurre entre los delitos en la calle, visibles, y los delitos de cuello blanco. Me parece una auténtica desvergüenza que la derecha del PP simultáneamente intente apropiarse de la Constitución como símbolo y quebrante de forma flagrante el orden constitucional en algunos aspectos trascendentales, como la renovación de los órganos constitucionales, con el único propósito de proyectar en el tiempo una mayoría parlamentaria que ya no tiene. Me parece una quiebra constitucional con cierta connotación protogolpista”.


-Llama la atención la variada bibliografía que incluye en el libro, desde Aristóteles a Josef Stiglish, pasando por Karl Marx, John Elliot, Paul Preston o Mario Vargas Llosa…
“Es un pequeño apéndice bibliográfico para citar obras de algunos autores a los que en algún momento he nombrado en los artículos. Pero para mí tiene su importancia porque es parte de la bibliografía que ha ido configurando mi visión de la sociedad, mi formación como jurista, como profesor universitario, como parlamentario y, en definitiva, como persona activa en la vida política durante ya demasiado tiempo. Haber aguantado 32 años en la oposición, en primera línea en instituciones importantes de esta tierra, sin haber tirado la toalla, ha tenido un aspecto positivo: estar alejado de los avatares cotidianos del poder me ha permitido seguir formándome y tratando de encontrar respuestas a mis inquietudes vitales, intelectuales y políticas. Este pequeño índice bibliográfico es un repertorio de autores, algunos de los cuales leí cuando apenas tenía 20 años cumplidos. Sin esos libros ni esos autores no me entendería a mí mismo”.


-¿Qué constituciones a nivel mundial considera ejemplares?
“No hay constituciones ejemplares. Cada una debe intentar, dentro de los principios de la libertad, democracia y Estado social, dar respuesta a las circunstancias concretas del país que se trata de organizar. Algunas han tenido gran trascendencia histórica, por ejemplo la norteamericana. Todos sabemos que el mundo anglosajón es muy empírico, no hacen grandes teorías, y en mi opinión han sido los verdaderos herederos de la mejor tradición jurídica de la Roma antigua. Estudiar el proceso de elaboración y aprobación de la Constitución norteamericana es extraordinariamente fecundo. Allí es donde plantearon con una gran lucidez los padres de la Constitución de Filadelfia que la democracia es el gobierno de la mayoría, pero limitado por los derechos individuales y los de las minorías, para que la sociedad continúe siendo una sociedad abierta. Y esto es lo que no logra entender la tradición autoritaria que también existe en el pensamiento y en la experiencia histórica de la izquierda. Por otro lado, la Constitución alemana es muy relevante, desde el punto de vista de la regulación del Federalismo contemporáneo, el de los tiempos del Estado Social”.


-En la actualidad ha vuelto al Senado, institución que conoce muy a fondo desde sus inicios en la política institucional. ¿Qué retos de futuro tiene la Cámara Alta?
“El Senado es una Cámara útil, pero podría ser intensamente más útil. No es una cuestión de diseño teórico. En la actualidad, tiene grandes dificultades para convertirse en una cámara territorial, como la que existe en los sistemas de inspiración federal, como es nuestro Estado de las Autonomías, porque es el Congreso de los Diputados el que hace las veces de cámara territorial. Los grandes problemas territoriales se plantean primero, y casi exclusivamente, en el Congreso porque es allí donde tienen una sobrerrepresentación los partidos de implantación territorial o local e inspiración nacionalista. Es allí donde pueden hacer valer su peso parlamentario desestabilizando al Gobierno o incluso garantizando su estabilidad”.


-La corrupción es una lacra de la que parece imposible escapar…
“El orden y la convivencia constitucional no están garantizados por perfecta que sea la Constitución de un país. Los pueblos requieren leyes razonables, adaptadas a su idiosincracia y sus problemas. Pero, sobre todo, necesitan una sociedad y unos actores políticos, líderes y partidos, que hagan valer el orden constitucional. Y si algún partido no guarda la debida lealtad al orden constitucional, como está ocurriendo ahora con la derecha española y como ha ocurrido con algunos partidos de inspiración nacionalista e independentista, la Constitución se convertirá en papel mojado por perfecta que sea. También la lealtad a las reglas de la democracia, porque la corrupción lo contamina todo y, antes que nada, la limpieza electoral. Todo el mundo sabe que detrás de los grandes casos de corrupción está la financiación electoral: la corrupción urbanística o en la contratación pública se produce siempre porque hay contrapartidas para el enriquecimiento personal de quienes se corrompen y para la ilícita financiación electoral. Esto contamina las reglas de la democracia”.


-Usted siempre ha apelado a la responsabilidad en los distintos cargos representativos que ha ostentado, para denunciar casos de corrupción, lo que por otro lado ha pagado muy caro…
“Batallar contra la corrupción es una tarea esencial en la defensa de la democracia. Y uno tiene que saber que el poder tiende a corromper. Y que el contrapeso a esa tendencia es un trabajo serio de oposición, que es consustancial a la democracia. Hay gente que solo está en la política para disfrutar del poder y se van chancleteando desde que lo pierden. A mí me ha tocado más hacer labor de oposición y he trabajado en la denuncia política y judicial de los casos de corrupción, porque he observado a lo largo del tiempo que la mera denuncia política era solo de cara a la galería. Y porque el poder judicial es la última garantía de los derechos y del funcionamiento limpio de la democracia y sus instituciones”.


-A muchos llama la atención el que usted haya estado muchos más años en la oposición que en cargos de Gobierno, por lo excepcional del caso. ¿Por qué lo hizo y que le ha aportado?
“No creo que haya tenido nada de heroico una lucha continuada en defensa de la legalidad, de la democracia y en consecuencia contra la corrupción. Ha sido simplemente intentar cumplir un compromiso cívico. Cuando me he visto en algunas dificultades, que las ha habido, he tenido una doble referencia: la primera, los riesgos que uno corría en la juventud asumiendo un compromiso político contra una dictadura. Y, sobre todo, la conciencia de que las personas que precedieron a mi generación en la defensa de la libertad y del socialismo, cuyo ejemplo uno no puede perder de vista, tuvieron que pasar penurias, persecuciones, encarcelamientos y hasta perder la vida”.

“Batallar contra la corrupción es una tarea esencial de la democracia”

El “Constitucionalismo” de las derechas en tiempos de pandemia recoge artículos publicados en DIARIO DE AVISOS y en el periódico digital Canarias Ahora por Santiago Pérez durante los años 2020 y 2021, textos donde el autor se ha mojado (como siempre) sobre los asuntos políticos y jurídicos que dictaba la actualidad. Como abogado y profesor jubilado de Derecho Constitucional ha querido abordar, como él mismo explica, “cómo los sectores conservadores de la sociedad española viven con incomodidad la democracia”. Añade que “no ha habido golpe de Estado ni destrucción de ningún orden democrático constitucional o republicano, a lo largo de la historia, que no se haya perpetrado invocando la defensa de la Constitución. Creo que lo que está intentando la derecha política, en nombre de los intereses económicos, culturales y sociales que representan, es apropiarse de la Constitución, usarla como bandera”. A través de su experiencia política Pérez tiene claro que “batallar contra la corrupción es una tarea esencial en la defensa de la democracia”.

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