el charco hondo

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Saben las flores -las del pacto de las flores, particularmente- que la llegada de la primavera lleva asociada cambios ambientales

Saben las flores -las del pacto de las flores, particularmente- que la llegada de la primavera lleva asociada cambios ambientales, entre otros, aumenta la temperatura, hay más luz, se multiplican las actividades u horas al aire libre, afloran las alergias, los estados de ánimo entran en erupción y, si las cosas van como se espera, con el cambio de estación dejará de hablarse de la pandemia, el monólogo epidemiológico irá desinflándose y, cuando eso ocurra, y pasará, aquellos asuntos de los que dejó de hablarse, los temas que enmudecieron, las asignaturas silenciadas y los problemas expulsados de la actualidad (la realidad, en definitiva) irán recuperando minutos, protagonismo, debate, titulares y agenda. Cuando se deje de hablar de la pandemia empezará a hablarse de tantas cosas de las que dejamos de hablar por la pandemia -de inmigración, por ejemplo-. La reconstrucción de la normalidad se manifestará, con la llegada de la primavera, de mil formas. Entre otras, resucitando tareas que fueron expulsadas del día a día contado. Prueba de lo que está por ocurrir (está pasando, ya) es que con la sexta ola menguando, perdiendo fuelle, la gestión de la crisis migratoria ha abierto una crisis controlada pero cierta en el estómago del Ejecutivo autonómico. La embestida contra el Gobierno central, desde una de las consejerías regionales, denunciando con tantas razones como datos que el Estado sigue de perfil, desentendido, resbaladizo, y sordo, con los menores no acompañados -que llegan cada vez en mayor número por la ruta migratoria- confirma que hay quienes han perdido la paciencia y, además, anuncia que los socios del pacto dan por finalizado el invierno e inauguran una primavera en la que algunos departamentos harán la oposición a los ministerios. No hay más espacio para los menores. Quienes lleguen tendrán que ir a comisarías. Han agotado la paciencia, los recursos y la capacidad respuesta de la Consejería de Asuntos Sociales, y, de paso, tienen contra las cuerdas a Sanidad o Educación, también implicadas. Según la viceconsejera de Derechos Sociales, los recursos europeos no llegan a Canarias porque alguien los tiene congelados en Madrid. Gemma Martínez, sin duda una de las cabezas mejor amuebladas del Gobierno regional, sabe de lo que habla, y no exagera. Alguien deberá preguntar, y alguien responder, qué se ha hecho en inmigración de Arguineguín a esta parte. El invierno de la pandemia está dando paso a la reaparición de debates que quedaron silenciados por el monólogo epidemiológico y los partes de guerra. Saben las flores del pacto que con la llegada de la primavera, la legislatura autonómica -su agenda de tareas, y objetivos- vuelve a la casilla de salida, unos y otros se la juegan en los dieciséis meses que faltan para que abran los colegios electorales.

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