el charco hondo

Implosión (1)

A diferencia de lo que ocurre con las explosiones, que liberan energía, en implosiones como la del PP las paredes se hunden y rompen hacia dentro, derrumbándose sobre sí mismo, comprimiéndose como los submarinos o los partidos cuando se sumergen demasiado en el océano o en el fango, respectivamente. El PP y algunos de sus socios recurrentes tienen razones para estar de luto. Los populares se han inmolado situándose sobre un punto de no retorno, condenándose al infierno en las encuestas, dinamitando en apenas seis días (en los que la guerra subterránea ha salido a la superficie) sus opciones en las autonómicas, locales y, sobre todo, generales, precipitándose al vacío y arrastrando con ellos a quienes aspiraban a acompañarlos en la ecuación de los pactos. Un amigo que sí sabe de política siempre me recuerda que un partido roto es un partido muerto. Este PP no podrá resucitar, esta generación deberá enterrar a unos e indultar a otros, proceso que les llevará tantos días, semanas o meses como tarden en asumirlo. Hay jarrones que una vez rotos no se pueden volver a pegar, éste es el caso. Una vez el gas sale de la bombona no hay forma de volver a meterlo; qué decir si, como ha pasado, el escape de gas ha sido premeditado y, viéndolo venir, Ayuso estaba esperándolos jugando con una caja de cerillas. Este PP se ha suicidado en apenas una semana, la puerta de salida se construirá con los huesos de los sacrificados, no habrá reconstrucción sin cabezas rodando. Difícilmente puede dar carpetazo o cerrarlo en falso quien, apenas veinticuatro horas antes de rendirse este sábado, en la entrevista con Carlos Herrera jugueteó con tres balas: la Comunidad de Madrid no permite contratos con familiares, tan exigible es la legalidad como la ejemplaridad y, en lo que dibujó la tercera bala, si fuera presidente no permitiría un contrato de ese calibre con su hermano. La acribilló disparando con un silenciador bastante ruidoso. Este país necesita un buen PP, un PP sólido, y entero. Cuanto antes decidan quien cae, y quien continúa, antes saldrán del coma que la torpeza de algunos ha inducido. La implosión que están viviendo los tiene con las paredes hundiéndose, rompiéndose hacia dentro. Sin embargo, también extramuros siembra tempestades, y cicatrices; el destrozo deja igualmente tocados los cálculos de algunos socios preferentes. Aquí, en Canarias, el retroceso del PP -con el consiguiente crecimiento de Vox- romperá algunas ecuaciones en ayuntamientos, cabildos e incluso en la Cámara regional.

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