tribuna

El Homo sapiens al que yo pertenezco

Muchas personas luchan incansablemente por ser protagonistas en la sociedad donde viven. No les importan lo que les pueda ocurrir a los demás, siempre y cuando ellos asuman poderes y beneficios materiales que les permitan disfrutar de una vida más cómoda y placentera que el resto. Una lucha de casta, donde la competitividad de ser el mejor provoca consecuencias negativas en otras personas que no buscan protagonismos, sino que destacan por sus cualidades innatas, virtudes y humildad. Al igual que en muchos sectores de la vida, hay que ser astuto, inteligente o listo para desarrollar determinadas funciones, pero no todos lo hacen por el bien de la humanidad. Es decir, muchos se aprovechan de hacer negocios con las ventas de órganos de menores; tráfico y venta de drogas, explotación de menores en el mundo de la prostitución, esclavitud laboral, explotación comercial de los animales y abusos de poderes fácticos.

¿En realidad hemos evolucionado tanto para que una gran parte del mundo sean protagonistas de tantas maldades? Yo diría que no. Alguien podrá decirme que no todos somos iguales y que el mundo no sería emocionante si todos pensáramos de la misma manera. ¿Por qué a la gente buena le ocurren cosas malas? ¿Por qué es tan injusto el mundo? Las palabras y las promesas no dan de comer a los más pobres. Son los hechos los que consolidan las acciones. El poder del ser humano es tremendamente influyente en un determinado momento de nuestras vidas. El mejor testigo de todo ello es la propia historia de cada etapa de la vida.

El hombre ha sido líder de sus fantasías, paranoias, fanatismos, locura, ideologías, religiones, etc. Otros, han destacados por su bondad, humanidad, pensamientos nobles y evolucionistas, por un mundo mejor, por la defensa de los derechos humanos, por la discriminación racial, por el hambre en el mundo y por la paz universal, pero muchos de ellos fueron abatidos por los conspiradores de los poderes fácticos que dominan el planeta tierra. Muchos creemos en un futuro de tiempos mejores; intentando mejorar o aliviar con soluciones y hechos positivos a través de la moral, principios, honestidad, nobleza, especialmente apostando por un proyecto que permita vivir en sociedades con mayor calidad de vida y donde impere la libertada y la paz en el mundo. En fin, yo no puedo solucionar este desdibujado escenario de la vida, pero si puedo aportar el lado humano positivo. Mis deseos son: sentirme una persona normal y que los gobiernos del mundo presten más atención y ayuda para los pueblos más pobres. Y que no beneficien a las mafias, corruptos y jueguen con la vida y sentimientos de millones de personas desamparadas.

Y escribiendo sobre las maldades del ser humano en el mundo, la nueva guerra en este comienzo de siglo XXI; de las tantas que hay en muchos países del planeta tierra, donde los ojos de Occidente no las quieren ver, la guerra en Ucrania, motivada por la invasión de Rusia, o mejor dicho, por Vladímir Putín, demuestra la maldad de lo que realmente lleva dentro ese Homo sapiens sapiens (hombre moderno). Lo cierto es, que yo pertenezco a esa evolución humana y por ello, en muchas ocasiones, me avergüenzo de donde vengo, especialmente cuando los de mi misma especie se convierten en depredadores, asesinos, egoístas, pederastas, violadores y ladrones. Pero también, detractores de nuestro propio escenario donde vivimos.

En definitiva, somos los que somos y no tenemos excusas para justificarnos ante las leyes del Universo. Más tarde o temprano, seremos testigos de nuestra obra en el mundo. De nuestra propia destrucción. No olvidemos que imperios o sociedades transformadas en civilizaciones anteriores a la nuestra también tuvieron un presente, las cuales desaparecieron. La nuestra no esta exenta de ello. Así es mi mundo al Homo sapiens que yo pertenezco.

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