invasión de ucrania

Espanto global ante el temerario asalto ruso a una megacentral nuclear

Aunque los rusos hacen creer que fue un sabotaje ucraniano, el mundo contiene la respiración ante la evidente escalada militar ordenada desde Moscú que ayer condenaron desde la ONU hasta el G-7

“Gracias a Dios, el mundo evitó por muy poco una catástrofe nuclear la pasada noche”. El alivio mostrado ayer por la embajadora de EE.UU. Linda Thomas-Greenfield, tras el incendio provocado por los asaltantes rusos en instalaciones de la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa y tercera del mundo, y que horas antes heló el corazón de los habitantes de todo el planeta ante el riesgo de provocar un desastre que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, describió como “diez veces más grande que Chernóbil”. Prácticamente televisada en directo, esta nueva conquista de los invasores provocó una enérgica condena sin paliativos de países como los propios Estados Unidos o los miembros de la Unión Europea, así como el mismísimo G-7 o el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, reunido ayer de urgencia ante la gravedad de lo sucedido.

Aunque el portavoz del régimen de Vladímir Putin acusó a los defensores locales de provocar el incendio en un supuesto acto de sabotaje, tras el cónclave en Nueva York se expresó el profundo rechazo ante lo que fue calificado como “inaceptable e irresponsable” comportamiento de los agresores rusos. “Incluso en medio de una invasión ilegal como esta, Rusia debe dejar el combate fuera de las centrales nucleares y proteger su seguridad”, exigieron los países convocados a iniciativa de Gran Bretaña.

En representación del organismo donde todas las naciones acuden para dirimir pacíficamente sus controversias, se exigió a Putin una “retirada de tropas de la planta para el tratamiento de heridos, así como permitir el trabajo de operadores que aseguren la seguridad de la planta y evitar un mayor deterioro de la infraestructura”. Lamentablemente, desde Moscú no se atisba intención alguna de recapacitar al respecto. Más bien de que el asalto a esta central nuclear solo es el preludio de un agravimiento todavía mayor de este conflicto cuyas consecuencias son tan inimaginables como temibles.

Todo apunta a que estamos ante las vísperas del ataque definitivo sobre las grandes urbes Kiev y Járkov, donde aguarda la resistencia dispuesta a morir antes que claudicar.

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